martes, 29 de septiembre de 2015

Un libro, un mundo

Es una realidad que actualmente la lectura forma parte del día a día de mucha gente, ya sean niños, trabajadores, ancianos o estudiantes. La lectura es una parte básica en la formación de una persona, eso es un hecho, pero un hecho que no mucha gente llega a comprender. No porque alguien sea más o menos dado a leer se puede decir que sea una persona inculta o poco formada, pero sí que su mundo es mucho más pequeño, y eso es una realidad.

Un libro puede transportarte a miles de lugares, no necesariamente ficticios. Un libro histórico te traslada a la piel de Enrique VIII, a los sentimientos encontrados de María Antonieta o incluso te contagia la valentía de Juana de Arco. Un libro científico te abre la mente de tal manera que incluso puede que te haga dedicarte a esa materia o si no, a informarte sobre ciertos temas. En cuanto a los libros de ciencia ficción, futuros apocalípticos o realidades paralelas, puede que sean un poco más complicados de llevar o incluso de comprender; obviamente están hechos con la finalidad de entretener y de hacer viajar al lector sin necesidad de que este se mueva, lo ayudan a evadirse de la realidad, pero hay que decir que toda ficción tiene su pedacito de realidad. ¿Quién no ha leído o visto Los Juegos del Hambre? ¿Qué son los distritos sino la recuperación de la idea de los guetos? Gente dividida en diversas especialidades, forzada a trabajar dentro de un territorio hecho por chabolas y rodeado de muros o vallas, cuyo esfuerzo está dedicado no a no morirse de hambre, si no a morir por el dictador. ¿Harry Potter? Un pueblo que consigue derrocar al tirano y que a pesar del paso de los años aún conservan ese miedo infundado (o no tanto) a que vuelva a aparecer, si no él, que alguno de sus antiguos partidarios se levante en su nombre. Todo esto solo es algo que se puede deducir habiendo leído una cantidad de libros inconmensurable, libros sobre todos los aspectos y tiempos, los libros reflejan en mayor o menor medida la mente del ser humano, sus mayores deseos y anhelos, sus mayores temores.

Lo que tiene que quedar claro es que un libro es la puerta a la vida de otras personas, si no a la de los personajes, sí a la del propio autor. Cada vez que una persona abre un libro tiene entre sus manos el alma del escritor, el tiempo del escritor, un tiempo irrecuperable que ha utilizado para acercarse a otras personas y que así lo puedan conocer. Hay gente que no sabe expresarse en voz alta como lo hace con un bolígrafo en la mano y un papel ante sus ojos, hay gente que no sabe abrirse a los demás como lo hace en el momento en el que crea un personaje cuyas palabras son las que nunca se atrevería a decir en voz alta. Cada párrafo que se lee es parte de la vida y de la mente de aquel que lo ha escrito, y nos está invitando a viajar con él dentro de su cabeza.

Quizás una persona no sabe nada del amor, quizás nunca lo ha experimentado y no sabe lo que es, tampoco entenderá lo que significa no conformarse con aceptar aquello que otras personas han decidido por ella, pero solo con leer los primeros capítulos de Orgullo y Prejuicio o de Cumbres Borrascosas, ya lo está viviendo. Quizás alguien no comprende lo que es sufrir tanto que el dolor se te meta en la piel, pero solo debe abrir La llave de Sara.

No todos los libros pueden entretener, pero sí nos ayudan a ser más humanos y comprender mejor nuestro mundo…u otros.

Marta Isabel González de la Rubia

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