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jueves, 26 de noviembre de 2015

EL CAPITALISMO EN LAS RELACIONES Y SU INFLUENCIA EN LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Por Sara Nieto Aranda


El capitalismo es consumo. Nos pasamos la vida consumiendo cosas. Compramos objetos para nuestro disfrute personal continuamente. Tenemos una variedad impresionante de opciones a nuestro alrededor. Estamos acostumbrados a poseer todo aquello que nos guste y nos apetezca. Cualquier objeto puede ser nuestro si damos dinero a cambio: un boli, un ordenador, una manzana, un martillo, una casa, algo de ropa. Nuestra sociedad es una sociedad de consumo.
Es tal nuestra capacidad de consumición, las facilidades que hay para ello que hasta las personas se pueden poseer. Los objetos se venden y se compran, y nosotros también. La prostitución es la prueba más exagerada y visibilizada de ello: vendemos nuestro cuerpo por dinero, y el comprador paga para disfrutarnos. Pero no es la única. En el capitalismo se convierte al obrero en un mero objeto en manos del patrón: durante 8 horas al día, vende su fuerza de trabajo por un salario mínimo para enriquecer a su jefe. Se ha convertido en la propiedad de otra persona: se le paga para que el patrón disfrute del beneficio que genera el producto.
Desde pequeños nos enseñan el significado de «mío» y «tuyo». Mis juguetes son míos, solo yo los puedo coger, romper y usar; y si los comparto te estoy haciendo un favor, porque realmente cuando me vaya se irán a casa conmigo.
Esta educación, este ansia de poseer, de ser propietarios de todo aquello que nos rodea influye también en las relaciones interpersonales, sobre todo en las amorosas, las de pareja. Crecemos creyendo que nuestra meta en la vida es la de encontrar el amor, la de estar acompañados durante toda nuestra existencia. Morir solos es un fracaso. La soltería es un fracaso. Debemos enamorarnos como seres sociales que somos.
Cuando encontramos ese amor, necesitamos tener la seguridad de que será para siempre, de que nuestra relación es perfecta y durará toda la vida. Convertimos el afecto que nos profesan en una propiedad y lo extendemos hasta la persona dueña de él. Esa persona es mía, de mi propiedad, porque es mi pareja y me ama. Si alguien siente atracción por mi pareja, surgen celos y reacciono contra ello. Si tengo que compartir a mi pareja con amigos suyos, surgen celos. Si alguien pone en peligro el control que tengo sobre los sentimientos de mi pareja, surgen celos.
En un mundo machista, donde la sociedad cosifica el cuerpo, las ideas y las acciones de la mujer, esta se convierte en prisionera de sus propios sentimientos. En un mundo machista, donde la sociedad da todo el poder al hombre y las herramientas necesarias para ejercerlo, este se convierte en el carcelero de sentimientos. En un mundo machista, donde los celos son la demostración más bonita del sentimiento amoroso, cualquier violencia ejercida por ellos es un «crimen pasional». En mundo machista, donde ambas partes de la pareja tienen arraigada profundamente la idea monógama del amor, el hombre ejerce el poder y la mujer agacha la cabeza, porque así funcionan las cosas.
Desde el momento en el que nos enamoramos, somos propiedad de alguien, le debemos exclusividad amorosa y sexual. Le debemos todos nuestros pensamientos, nuestras ilusiones y nuestros planes de futuro. Por amor, le debemos la vida a nuestra pareja. Y hay hombres que creen de verdad que les pertenecemos, porque las mujeres estamos cosificadas. Y, a veces, nosotras les creemos. Y, por ello, dejamos que nos controle, que nos diga cómo vestir, cómo actuar, qué redes sociales usar, cuándo y con quién salir de fiesta. Por ello, dejamos de lado nuestro trabajo para cuidar la casa, le cosemos la ropa y hacemos la comida. Por ello, cuando hacemos algo que no les gusta o que le enfurece, nos levanta la mano y nosotras nos dejamos maltratar, porque sin él no somos nada, porque somos suyas. Por ello, cuando tratamos de huir de él, nos asesina, porque, si no somos suyas, no seremos de nadie.
Pero la cosificación de la mujer y la violencia de género hacia ella surgida de la idea de propiedad y consumo no finalizan ahí. Entendemos como consumo el adquirir algo y usarlo para luego abandonarlo. Cuando consideramos que un objeto es de usar y tirar, entonces no tiene sentido alguno cuidarlo. Si compras un martillo en un chollo y se te rompe al primer golpe, seguramente lo tirarás, porque estabas seguro de que no te iba a durar mucho y, además, era de mala calidad. Sin embargo, si pensaras que es un martillo bueno, que te va a durar muchos años, lo cuidarías, tratarías de arreglarlo o irías a la tienda a buscar una solución.
Con las personas actuamos igual. En las relaciones que consideramos que no serán duraderas no nos preocupamos por los sentimientos ni por el cuidado de la otra persona. No consideramos de igual calidad un rollo esporádico que una pareja para toda la vida. La cosificación de la mujer conlleva que todo hombre pueda pensar que su cuerpo le pertenece por el simple hecho de ser un cuerpo femenino, de tal manera que puede aspirar a poseerlo. Por eso, una falda corta, un escote o el aceptarle una copa de fiesta pueden suponer una provocación para el hombre que, teniendo el poder y las herramientas para usarlo, se puede encaprichar de poseer ese cuerpo. Y, para ello, se pueden llegar a extremos que pasan desde el acoso hasta la violación. Porque en una relación de pareja, se considera que el cuerpo ya es propiedad suya y lo que hay que encadenar es el afecto. Pero en situaciones sin afecto, el cuerpo vuelve a convertirse en algo de usar y tirar sin importar los sentimientos de la persona a la que pertenezca.
Y es que el machismo existía desde antes que el capitalismo y su sociedad consumista, pero este ha sabido muy bien aprovecharse del patriarcado y del poder ejercido por el varón.





viernes, 9 de octubre de 2015

Destrucción del patrimonio como arma

La gran avalancha de información que recibimos sobre la guerra en Oriente Próximo en los últimos años nos ha hecho inmunes a los muchos crímenes sucedidos en Irak y en Siria. Tal vez solo con la llegada al territorio de los cientos de miles de refugiados nos estemos dando cuenta del verdadero problema y nos sensibilicemos con una realidad que a miles de personas arrebata la libertad.

Cuando surgió el grupo terrorista Estado Islámico, el cual quiero dejar claro que no es un estado, pues daría a asesinos organizados la misma legitimidad que cualquier otra nación, Occidente se encontraba vigilando al régimen sirio de Al-Asad, quien masacraba a la población siria, pero que, sin embargo, ahora debido a la acción del grupo terrorista IS es una de las fuerzas “legitimas” que lo combate. 

Sumando a la masacre de todo hombre, mujer o niño que no comparta el islamismo radical de los terroristas, no digamos ya de los creyentes en otras religiones, y al exilio forzado de millones de ciudadanos de la región, el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico ha llevado a cabo la destrucción del patrimonio cultural de la humanidad.

Sin embargo, esto no es nuevo. Grandes imperios ya utilizaban la destrucción del patrimonio, testigo inmortal de la cultura de un pueblo, para así no solo romper con ello su moral e infundir miedo, sino para borrar toda muestra de gloria pasada. Es esto lo que Homero nos cuenta en la Ilíada al quemar los griegos Troya y lo que posteriormente hizo el imperio persa al arrasar Atenas durante la segunda guerra médica o como Roma en la tercera guerra púnica contra su enemiga eterna, Cartago, la cual fue quemada en su totalidad para evitar futuras guerras. Siglos después los propios cristianos que habían sido perseguidos, eliminaron las estatuas y templos de la mayoría de las religiones paganas o bien las acondicionaron como ocurrió con la mezquita de Córdoba. 

Ahora, impulsados por el extremismo radical del Islam, los terroristas del IS y sus partidarios saquean o directamente destruyen cualquier cosa opuesta o simplemente distinta a sus creencias, motivados por la idea de que todo lo que no esté de acuerdo con su extremista visión del Islam es erróneo y debe ser eliminado.
La siguiente lista de monumentos perdidos, saqueados o destruidos son solo algunos de los ejemplos del miedo que el autodenominado estado islámico crea en las áreas que ocupa:

La gran mezquita de Alepo

La mezquita a Khaled Ibn Walid

Palmira en Siria

La tumba de Jonás en Iraq

La gravedad de la destrucción del IS es enorme Aunque no son pocos los motivos para proteger dicho patrimonio, sin duda el arma resultante del miedo que influye destruir la cultura de otro pueblo es muy eficaz, pues si todas las pruebas de, por ejemplo, las civilizaciones surgidas entre el Tigris y el Éufrates desaparecen, perderemos todos la memoria palpable de las primeras civilizaciones de la humanidad.

Los números aportados por los medios de comunicación no hacen sino insensibilizarnos, tan solo datos, cifras de muertos en un país aparentemente lejano. Algo que con la avalancha de refugiados ha quedado descartado. Conocer las historias de los implicados y tratar de conocer cuanto más mejor, hará que podamos conocer mejor la realidad en Siria y tal vez encontrar una posible solución para hallar la paz, una paz que hoy en día, incluso con las intervenciones militares de varios países en marcha, no parece estar cerca.

Germán López

martes, 22 de septiembre de 2015

Europa, 2015: dejar a los salvajes detrás del Muro

[Advertencia: este artículo contiene spoilers de la saga literaria Canción de hielo y fuego y su trasunto fílmico Juego de Tronos]

Poniente, año 300 tras el desembarco de Aegon: Cuando Jon Nieve es nombrado Lord Comandante de la Guardia de la Noche es consciente de la magnitud del problema que tiene que enfrentar. Ha visto a los Caminantes Blancos (seres sobrenaturales que quieren acabar con la humanidad) y ha luchado contra los zombies, los cuerpos muertos de los salvajes que los Caminantes utilizan como carne de cañón. Para evitar que el número de estos últimos aumente, y con el fin de dar más oportunidades de supervivencia a los Siete Reinos, lord Nieve toma una medida drástica: evacuar a todos los salvajes de Más-allá-del-Muro y ponerles bajo su protección. Sin embargo, se enfrenta a la incomprensión de sus hombres, que piensan que ha traicionado los valores de la Guardia y se ha rendido a su enemigo de siglos. Como resultado, sus propios hombres le apuñalan. Aún no se ha desvelado, ni en la serie ni en los libros, si sobrevive. 

Unión Europea, agosto del año 2015 después de Cristo: huyendo del terrorismo que asola su país, miles de sirios, afganos y eritreos llegan a la frontera de Serbia con Hungría, tratando de alcanzar Centroeuropa y los países bálticos en busca de una vida mejor. El gobierno húngaro de Viktor Orbán, para intentar que no lleguen a su país, construye una vaya de alambre de espinos. El ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, avisa del “efecto llamada” que podría producir el rescatar a los refugiados que mueren en el Mediterráneo. 71 personas de nacionalidad siria (se cree) son encontradas muertas en Austria tras quedarse sin oxígeno después de tres días abandonados en el interior de un camión. 

Se dice que la realidad supera a la ficción. Lo que realmente ocurre es que frecuentemente esta no es sino una forma alegórica de enfrentarnos a aquella, de modo que la ficción acaba reflejando nuestros conflictos como sociedad. De este modo, creo que puedo hacer patente el paralelismo que he intuido entre la actual situación europea y el conflicto esbozado por George R.R. Martin en su obra: los Siete Reinos son la Unión Europea, los salvajes los solicitantes de asilo de Oriente Medio y África, y la Guardia de la Noche los gobiernos y autoridades europeas. Queda por decidir quiénes son los Caminantes Blancos: ¿el Daesh (mal denominado por la prensa occidental como Estado Islámico)? ¿Los talibanes? ¿Las fuerzas de Al Asad? Todos ellos. En esta parábola los Caminantes Blancos son todas aquellas fuerzas que quieren acabar con la visión humanista y liberal de la Humanidad, paradigmáticamente expresada en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que en su artículo 14.1. declara: «en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país». Devolver a los solicitantes de asilo a su lugar de origen es entregarles de nuevo a los Caminantes Blancos, que tarde o temprano los utilizarán para atacar la libertad de la que disfrutamos en Europa. Si no queremos que los hoy niños “salvajes” se conviertan mañana en zombies de los Caminantes Blancos deben traspasar el Muro. Debemos actuar como el Lord Comandante y ser generosos para con nuestros semejantes, y no tener miedo de ellos, como los hombres de la Guardia de la Noche. Europa debe decidir si Jon Nieve vive o muere.

José Corrales Díaz-Pavón

martes, 28 de abril de 2015

Seminario contra el Bullying Homofóbico

La semana pasada la Facultad de Letras acogió un seminario de prevención del bullying homofóbico organizado por la Delegación de estudiantes del campus de Ciudad Real. Una treintena de estudiantes de todo el campus asistieron a la reedición de este seminario, ya impartido en diciembre de 2013, a cargo de los responsables de Tú y yo psicólogos, expertos en temática LGBT. Así, los asistentes establecieron las diferencias entre homosexualidad, bisexualidad y transexualidad; vieron las distintas etapas en su proceso de autoaceptación (así como las mejores formas de hacerlo) y en el de asimilación de las familias, así como peculiaridades propias de la realidad de las personas LGBT (como la “presunción de heterosexualidad” y la constante salida del armario).


El seminario continuó con un análisis en profundidad del propio bullying homofóbico: acoso que padecen aquellos que son o parecen homosexuales. Así, se vieron los distintos participantes de este tipo de acoso (desde los propios acosador y acosado hasta los “cómplices” o espectadores del mismo) y sus características: la agresión como algo previo a la configuración de la propia personalidad del agredido; el silencio de sus compañeros por miedo al contagio del estigma; la ausencia de un grupo de apoyo al acosado (en tanto que suele carecer de otros compañeros en su situación); la insensibilidad histórica ante la homofobia, etc. Los dos ponentes, Pablo López y Ana Adán, aportaron materiales y experiencias propias para que los futuros docentes puedan ayudar a sus futuros alumnos que sufran este infierno particular.

José Corrales Díaz-Pavón

martes, 24 de marzo de 2015

Marian Turski, superviviente del holocausto judío

El miércoles 18 de marzo, Marian Turski dio una inolvidable ponencia sobre el Holocausto Nazi en el Aula Magna de la Facultad de Letras de Ciudad Real.

Marian, de origen polaco y familia judía, nacido el 26 de junio de 1926, estuvo preso en el gueto de Lodz desde 1942 y en 1944 fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz, sobreviviendo a la marcha de la muerte. Fue esta la experiencia que vino a compartir.

En el momento en el que Turski se sentó frente a la multitud, se hizo un silencio absoluto a pesar de que hablaba en su idioma natal y tuvo necesidad de traductores. Nadie entendía lo que decía, pero su aplomo y expresión amable provocaba que ni una sola mirada se separara de él. No afrontó su ponencia desde el punto de vista personal, sino como el historiador que es, explicando los motivos que llevaron a los nazis a actuar de la manera que lo hicieron y compartiendo cartas de algunos de los dirigentes del partido. Sin embargo, todo el mundo notaba que sabía de lo que hablaba, no era un estudioso cuya especialidad la había sacado de libros, fotografías y videos, la había vivido en persona.

No creo que se esperara su historia particular, habría sido un golpe bastante duro y crudo para la mayoría de personas que estábamos allí a pesar de que todo el mundo sabe que fue una experiencia inimaginablemente cruel. Aunque la ponencia tuvo un carácter objetivo, pudo compartir un par de anécdotas sobre la vida en el gueto y en el campo de concentración sin perder en ningún momento la sonrisa.

Marian demostró ser un hombre humilde, educado, paciente e inteligente; aunque quizás más que inteligente, sabio, ya que en el turno de preguntas alguien le preguntó que cuál era para él el sentido de la vida después de su experiencia, y él, sonriendo, respondió simplemente: ‘’Vivir’’. Puedo apostar lo que sea a que ninguno de los allí presentes, quizás solo su esposa, se esperaba una respuesta tan sencilla pero a la vez tan complicada. Quién sabe lo que habríamos respondido el resto, quién sabe cuánto habríamos tardado en responder a esa pregunta o cuánto nos habría costado explicarnos.

Quiso hacer comprender, aunque sea algo difícil dada la magnitud del asunto, que los nazis condenaron a millones de personas a muerte solo por el hecho de estar sobre la tierra, solo por el hecho de pensar y ser fieles a sus ideas.
Todos los oyentes sabíamos que este hombre ha visto cómo la humanidad llegaba a su máximo exponente de crueldad, pero ninguno caímos en que, como explicó él poniendo de ejemplo una historia propia, también llegó a su máxima solidaridad, y es eso lo que él cogió del campo de concentración para sobrevivir. No la crueldad ni la depresión, no la inhumanidad; se asió a la esperanza y misericordia de todos los que estaban allí porque comprendió que siempre queda un resquicio de humanidad, porque siempre queda algo por lo que seguir adelante. Explicó la teoría para hacer comprender todo lo que había detrás de ella. Eso es lo que quiso transmitir.

Y lo consiguió.
 
Marta Isabel González de la Rubia

martes, 10 de marzo de 2015

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora

El pasado domingo 8 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, un día en el que no se distinguen fronteras nacionales, ni razas, ni clase social, pues la desigualdad de la mujer en el mundo laboral está presente en todos los países. Conmemoramos aquel día de 1857 en el que un grupo de obreras textiles se lanzó a las calles de Nueva York para reclamar la mejora de su precaria condición. A partir de este momento se articularon otros movimientos reivindicativos como el que tuvo lugar el 5 de marzo de 1908 en la misma ciudad, cuando obreras protagonizaron una huelga para exigir igualdad salarial, jornadas laborales de 10 horas y periodos de lactancia. En la II Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora celebrada en Copenhague en 1910 se estableció el día 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Aún, a día de hoy, es necesario reclamar la igualdad de la mujer. Por ejemplo, en España, la brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza el 25% y se discriminan a las que están en edad de tener hijos a la hora de ser contratadas. Las mujeres siguen sufriendo altos niveles de acoso laboral y siguen siendo protagonistas de anuncios publicitarios en los que prima el machismo. En las élites políticas y empresariales la presencia de mujeres es escasa y, a veces, inexistente. En los últimos años crece la invisibilidad de la igualdad en la esfera pública a la vez que se reducen los presupuestos en materia de igualdad.

Por ello es necesario concienciarnos de que no es necesario celebrar únicamente un día para reclamar esa situación, sino tener presente que es una realidad permanente que solo nosotros podemos conseguir cambiar.
 
Alba Nueda Lozano

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