jueves, 1 de octubre de 2015

Ese día cogió un poco de frío…

A día de hoy, 1 de octubre, se cumplen 40 años de la última vez que los españoles vieron vivo al general Franco. El lugar: Palacio Real de Madrid, Plaza de Oriente. Motivo: una demostración de adhesión del pueblo español a su líder e invicto caudillo, una respuesta a la comunidad internacional de que nada ni nadie dinamitaría la moral de un régimen que, a partir de ese mismo día y sin inmutarse, comenzaba su larga y lenta agonía. Las ejecuciones, las últimas del franquismo de tres terroristas del FRAP y dos de la ETA, apenas cuatro días antes, planeaban ese día por el cielo de Madrid. Franco, que ya comenzaba a dar muestras de debilidad física y psíquica, saludaba desde la balconada principal del palacio a, según datos de TVE, un millón de españoles. A su lado estaba todo el gobierno con Arias Navarro a la cabeza y el actual rey emérito, en ese momento príncipe, Juan Carlos de Borbón. Presente, pasado y futuro.

Cuarenta años que coinciden con los años que gobernó España dejando todo “atado y bien atado”. Con motivo de este aniversario, y el de su muerte el próximo 20 de noviembre, creo conveniente volver la vista atrás y dedicar una breve reflexión histórica al período que hizo posible los 40 años que llevamos andados de democracia, constitución y libertad.

La Transición es una de las etapas más emocionantes de nuestra historia reciente y de la que existe una bibliografía considerable hasta la fecha. En los últimos años, especialmente fruto de la deriva política, económica y social resultado de la actual crisis económica (2008- ), se están publicando una serie de obras en las que la transición es un tema fundamental y también se ha convertido en uno de los temas de debate dentro de los círculos políticos de este país. Varios de nuestros actuales dirigentes políticos rememoran con cierta nostalgia este período a fin de recuperar el denominado espíritu de la Transición: una especie de manual de instrucciones político para solventar los problemas que aquejan actualmente a la nación. Otros, sin embargo, la utilizan para abanderar un futuro cambio traducido en una ruptura con el sistema político que surgió tras la promulgación de la Constitución de 1978.

Desde la novela negra, la histórica, el thriller político, memorias y ensayos, hay un grupo de escritores que han decidido escribir sobre una época que parecía estar vetada en los círculos de investigación histórica y de discusión literaria. En este caso tenemos obras como Operación Gladio de Benjamín Prado, Un momento de descanso de Antonio Orejudo y también ensayos que pretenden arrojar una visión diferente a la que nos han transmitido sobre la transición como por ejemplo Las cloacas de la transición de Luis Díez Álvarez, sociólogos como Ignacio Sotelo (El País) con artículos como Los mitos de la Transición, Los ángulos ciegos. Una perspectiva crítica de la transición española (1976-79) de Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell entre otros.

Se ha estudiado hasta la saciedad y se seguirá estudiando. Puede que el hecho de que fuera un proceso no exento de riesgos y peligros alimente, aún más si cabe, las ansias de conocer con más profundidad este período tan trascendental de nuestra historia.

Negociaciones “secretas” en restaurantes de Madrid, manifestaciones multitudinarias, muertes, ruido de sables, etc. Como ven no fue para nada un cuento de hadas. Un argumento que da para una película digna de pasearse por alfombra roja del Teatro Kodak de Los Ángeles.

José Manuel Lucerón

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