miércoles, 4 de noviembre de 2015

Influencias en Picasso: Un viaje a París

Por Luis Miguel Sarrión Camacho

Hablamos de Picasso, desde el génesis del siglo XX, como uno de los mayores artistas de la historia, como un genio pictórico que participaría en muchos de los movimientos artísticos que influenciarían de manera determínate a los grandes artistas de su tiempo y en los movimientos artísticos de la época y posteriores. Pero poco se habla de la influencia a la que fue sometido por otros artistas que marcaría al malagueño y que serian de vital importancia para su producción y es en es esa influencia notable donde aparecerá Gaugin que marcará a Picasso con su obra, su vida, sus ideas incluso con su muerte. Pero no podemos hablar de una relación  entre estos dos grandes pintores sin hacer mención a una persona determinante en este encuentro, un hombre, un artista, escultor, gemólogo y ceramista, un amigo, Francisco Durrio de Madrón  más conocido como Paco Durrio.

      Fue desde el principio, en París, tal vez en 1901, que Picasso vio por primera vez las obras de Gauguin. La evolución experimentada por el pintor español en la ciudad de las luces durante el corto periodo en la capital francesa seria uno de los sucesos más relumbrantes de la historia de la pintura, pues en solo siete años paso de ser un pintor desconocido de formación puramente provinciana a ser uno de los grandes referente de la vanguardia parisina.

      Volviendo sobre la figura del artista Paco Durrio, que sería quien enseñaría a Picasso una obra de Gauguin, probablemente una obra de cerámica, aunque también poseía varias obras sobre papel y pinturas en su estudio de Montmartre, y sería en este momento inicial donde el pintor de diecinueve años se interesaría por la filosofía de Gauguin en el arte.

       Inundado por la vida bohemia de las calles y los artistas que había podido contemplar en la capital francesa, sus lienzos se pueblan de picaras escenas de cabaret, de abarrotados cafés y salones de baile llenos de color. En todos ellos aprecia una simplificación de volúmenes y contornos definidos que hacen pensar en Gauguin, del que tomaría una concepción universal de la sentimentalidad. Podemos ver en estas primeras producciones como Picasso advierte una certera asimilación del postimpresionismo del pintor francés y del simbolismo de los Nabis.

      Tras la partida de Gauguin y sobre todo tras su muerte, Durrio vio en Picasso a su sucesor con la intención de obrar una autentica reencarnación del artista, algo muy comercial. Durrio intenta introducir a Picasso en el campo de la cerámica escultórica en la que Gauguin había logrado la integración orgánica del color y forma pero, al  igual que este, Picasso tenía un sentido muy independiente y tendría una posición ambigua. Iniciador, rompedor y revolucionario, jamás dejo de considerar la herencia de un pasado que englobaba tanto al arte ibero como el africano, del El Greco como a Ingres, tanto a Degas como al propio Gauguin, cuyo revelo, de la mano de Durrio, tomaba ahora.

      Mas allá de los ecos del Sintetismo de las pinturas de Picasso, podemos ver coincidencias entre el espíritu que inspiraba al malagueño y el del artista francés. Cuando Gauguin padecía de pobreza y enfermedad había expresado su convicción de que su arte encarnaba de lo triste y del dolor un concepto expresionista del arte que se asemeja, incluso podríamos ajustar a la obra picassiana de los primeros años.

      La obra y el espíritu que compartía Picasso con Gauguin se acrecentaría aun más con la crítica de uno de los amigos del pintor francés, Charles Maurice que elogiaría la exposición de Picasso en la galería parisina de Berthe-Weill. Al parecer seria Durrio quien indujera al crítico a visitar la exposición, y no solo tendría buenas palabras para su obra sino que le haría entrega al pintor de un libro de Gauguin, el cual Maurice habría completado y editado, “Noa-Noa”.  En palabras del historiador Richarson:“Este libro ayudaría mucho a Picasso, cuajado de ilustraciones que pronto se reflejarían en la obra del pintor español”. Gauguin describió su tiempo en Tahití en el libro antes mencionado, y de Picasso sería conocido el haber anotado las páginas con notas y dibujos inspirados en la experiencia que describe Gauguin en estos parajes.

      Gauguin y Picasso compartieron sólo un breve período de tiempo en la tierra, ya que Gauguin murió en 1903. Sin embargo, a pesar de lo corto que pudo haber sido, el impacto puede ser visto en un cuadro que Picasso hizo al enterarse de la muerte del su pintor francés. En Desnudo de pie, 1903, Picasso muestra a una mujer tahitiana caminar, firmado "PABLO Picasso".

      Desde sus primeros días en París y después de leer su libro “Noa-Noa”, Picasso estaba fascinado por las ideas de Gauguin en el arte. Fue a través de Gauguin que la idea de primitivismo y la naturaleza espiritual de la gente y el arte entraron en su mente y su pintura. Picasso se inspiró en la forma en la cual Gauguin tomó sus temas de medio ambiente artificial y de pinturas de género, así fue como mostró la emoción, la miseria y la soledad, que el espectador siente igual que los personajes representados. Picasso demostró esto en su época azul, usando poses y elementos de disfraz tomado de la pintura de Gauguin.

      Si bien es cierto que al ver las máscaras africanas sería la gran chispa para encender a Picasso como un  artista desafiante de  las convenciones tradicionales del arte, fue la influencia temprana de Gauguin la que abrió su mente en cuanto a la concepción del arte. Picasso acabaría admirando los viajes de Gauguin y la idea de mostrar la naturaleza primitiva de los seres humanos, los cuales, van más allá de la norma en la pintura. Esto permitiría a Picasso extender sus deseos artísticos más allá de lo previamente imaginable. Sin esa conexión temprana a Gauguin, es imposible saber donde Picasso habría llegado como artista.

      Es evidente que el impulso primitivista de Gauguin está detrás de la obra picassiana de aquellos años iniciales, claramente, junto a otras más inspiraciones e influencias pues Pablo Picasso era un artista en su totalidad y se define como una esponja de toda la historia del arte, historia que conoce a la perfección. Pero es cierto que su identificación con el artista francés es aun más profunda que con otros artistas.


      Tras un viaje a Holanda, y dejar a Barcelona atrás, Picasso vuelve a Paris hacia 1904 instalándose en el estudio de Durrio, al cual, entregaría su cuadro la “La belle Holandaise”, su obra maestra hasta el momento, para que la colgase junto a los cuadros y dibujos que tenía Gauguin de su amigos. Todo esto no solo lleva a pensar en el orgullo que Picasso sentía por su obra, sino que también encontraba en esta su estilizada construcción de las figuras, en la que se da cierto paralelismo con Gauguin. Así Picasso cobrara fama parisina y sus obras tendrán más valor y más demanda, tomando como ejemplo a Vollar, el cual decidirá entonces comprar toda la obra del estudio de Picasso, lo que le permitirá a este ultimo viajar y apreciar lugares inocentes, incontaminados mas naturales y donde podría experimentar de una manera más desinhibida, lejos de las presiones de la ciudad, al más puro estilo de Gauguin. Es después de esta experiencia cuando Picasso puede contemplar mas obras de Gauguin, las cuales le causan un impacto profundo y pintara obras en respuesta a las obras del francés, como puede ser “El Abrevadero” o “Muchacho desnudo llevando un caballo” en contraposición de los “Jinetes de la Playa”, una de las últimas obras de Gauguin, perfecto ejemplo de la fusión entre primitivismo y clasicismo, que es el nuevo camino en el que Picasso quiere dirigir su arte. 

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