martes, 27 de octubre de 2015

Los verdaderos triunfadores son del Atleti

[Advertencia: no se menosprecia a los demás equipos de fútbol, ni se pretende herir sensibilidades (que con esto del fútbol hay que andarse con cuidado). Es una reflexión personal sobre el que es mi equipo, el Atlético de Madrid. Si no te interesa el Atleti, al menos lee la conclusión]

El futbol es algo presente en la vida de todos, ya sea por la particular relación que cada uno tenga con el deporte rey o por el simple hecho del visionado del noticiario diario que informa de las últimas novedades de los jugadores y clubes más famosos. Ahora bien, ¿qué vinculación puede existir entre este deporte y la vida? Pues más de lo que pensamos si somos capaces de dejarnos llevar y a abrir la mente para aprender de todo lo que nos rodea.

Hablemos pues, de un club histórico dentro del panorama nacional: el Atlético de Madrid, mi Atleti. El club de la capital de España, club de grandes y pequeños, de ricos y pobres, tiene una historia muy particular de “subidas ronzando el cielo” y “bajadas a las alcantarillas” (como reza perfectamente nuestro himno). Desde el mítico doblete del 96 hasta el descenso a Segunda División, pasando por el gol de Godín frente al F.C. Barcelona que nos daría la liga en 2014 o aquel fatídico minuto 93 de la final de la Champions League de ese mismo año. Una historia, en definitiva, de contrastes (y esto sin remontarnos mucho tiempo atrás, pues se repetiría la misma historia).

En cierto modo podría relacionarse con lo que es la vida en sí misma. Momentos maravillosos que nos llevan a la alegría más plena o decepciones que nos sumen en la más oscura tristeza. Momentos que parecen ser perfectos, casi ensoñaciones increíbles, y que a última hora (fatídico minuto 93) se estropean irremediablemente, dejándonos perplejos, paralizados.



Así es la vida, combinaciones variadas y complejas de situaciones que nos llevan en muchas ocasiones al límite, pero de las que hay que saber salir, las que hay que saber afrontar siempre con la cabeza bien alta (como aquella “bendita”/maldita cabeza de Ramos). El/la que es del Atleti, esto lo sabe bien. Sabe lo que es ir con su camiseta y su escudo por la calle, mirando al frente, a pesar de estar en Segunda División. Ha desarrollado una actitud especial ante la vida, una resilencia (def. Capacidad de sobreponerse a las situaciones complicadas o adversas) específica a los contrastes y los cambios bruscos por lo vivido junto al club de sus amores.

Asimismo, ¿qué fanático colchonero no puede hablar de las bondades del Efecto Pigmalion? Vayamos por partes. ¿Qué es el Efecto Pigmalion? ¿Qué tiene que ver esto con el Atleti o con nuestro desarrollo personal? El Efecto Pigmalion es la creencia en que la actitud y las expectativas de una persona pueden influir en las de los demás y en las suya propias. Quien sea aficionado del Atleti ya sabe de lo que estoy hablando, o mejor dicho, de quien estoy hablando: EL CHOLO SIMEONE.

Don Diego Pablo Simeone llegó al Atlético de Madrid como entrenador en el año 2011 con el equipo al borde del descenso y eliminado de la Copa del Rey y en un brevísimo espacio de tiempo consiguió llevar a los colchoneros a lo más alto del panorama futbolístico nacional e internacional. La clave del éxito: su creencia y confianza en plena en la capacidad de su equipo. Simeone, líder del equipo, con unas altísimas expectativas en relación a lo que sus jugadores podían conseguir, fue capaz de trasmitirlo a todos ellos para que lucharan y ganaran. Mítica su frase en la celebración de una de las victorias: “si se cree y se trabaja se puede”.

Quien es del Atleti, como digo en el título del artículo, es un verdadero triunfador pues tiene asumida la resilencia como su actitud ante la vida y el autoconvencimiento sobre el triunfo como su ideal vital, pues ha vivido en primera persona, por medio de su equipo, las bondades de estas actitudes.

Ahora bien, ¿qué pasa con aquellos que no sean forofos colchoneros? EN CONCLUSIÓN tienen dos opciones: la primera, hacerse hinchas del Atleti, sufridores entregados, y la segunda (por si esta no les termina de convencer), es trabajar “partido a partido”, día a día, para cambiar esas actitudes que nos “autominan”, que nos van destruyendo, que nos hacen que avanzar en esta vida cambiante sea más difícil. Actitudes como las ya mencionadas, resilencia y autoconvencimiento en las posibilidades que cada uno tiene, son las que debemos de reforzar en nosotros mismo para triunfar.
¡AUPA ATLETI!

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