miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Comisión Roberts

Por Alejandro Sanchez Capuchino

Bien es sabido que en épocas de guerra, cualquier guerra, se cometen auténticas atrocidades

afectando no solo a la raza humana, sino también a la cultura. ¿Cuánto se puede robar en una

guerra? Todo cuanto puedan e incluso haciendo un esfuerzo para conseguir más. Aunque no

solo es robar, sino que también es arrasar. ¿Cuántos monumentos han sido víctimas de los

enfrentamientos bélicos o actos terroristas? ¿Cuántos siguen en pie? ¿Cuántas obras de arte

han desaparecido?... Pero lo más importante: ¿Por qué roban o destrozan un monumento, un

cuadro o un objeto, si no es suyo, es de todos? ¿Por qué?

Frente a esta situación se puso en marcha un programa que se sustentaba en los principios:

encontrar, salvar y restaurar. Este programa surgió hace no muchos años durante una de las

peores, si no es la peor, guerras que ha sufrido la humanidad, la Segunda Guerra Mundial. Este

programa recibió el nombre de MFAA (The Monuments, Fine Arts and Archives/Monumentos,

Bellas Artes y Archivos) y recibió el apoyo del ejército aliado, aunque los pocos miembros que

estaban dentro de este programa no fuesen soldados. Sus integrantes eran personas venidas

de las artes, amantes de la historia y la historia del arte, que no podían permitir que se

siguieran sustrayendo obras de los museos por manos nazis, pasando a formar parte de

pequeñas colecciones o adquiriéndolas un particular, en resumen privatizándose. A estos

hombres y mujeres que participaron en esta campaña de salvamento de obras durante esta

contienda, arriesgando su vida por tratar de recuperar todo el arte que se había perdido y

devolverlo a sus legítimos dueños, habría que darles las gracias. Sin ellos, muchas obras que

conocemos y podemos ir a visitar a los museos, habrían desaparecido.

A pesar de que su principal objetivo era el de hallar estas obras robadas, también estaba la de

salvar y restaurar, en la medida de lo posible, lo ya encontrado. En este aspecto, cabe destacar

la acción de miembros ilustres del programa como es el caso de George L. Stout (conservador

de arte), que junto con otros, indicó a la aviación aliada qué zonas no debían ser

bombardeadas por la presencia de monumentos patrimonios de la humanidad. Tras hallar y

salvar las obras, había que restaurarlas y muchas de estas no podían recibir una restauración

definitiva debido a las condiciones de la guerra, por lo que se realizaba una primera

restauración antes de pasar a la definitiva.

Hay que tener en cuenta que todos los historiadores de arte, conservadores y restauradores

de obras en museos, etc., fueron a la Europa en guerra sin un método general con el que

actuar, de modo que cada especialista se servía de su propia experiencia cuando se enfrentaba

a la conservación de una obra recientemente hallada. No fue hasta después de la guerra

cuando se creó un sistema por el cual se procedía al análisis de la obra y a la constatación de

su estado de conservación y su lugar de origen.

Por lo tanto, esta Comisión Roberts aprobada por el presidente F.D. Roosevelt el 23 de junio de

1943, que tiene como objetivo la protección de los bienes culturales de las zonas en guerra, es

una prueba de la importancia del patrimonio en la sociedad. La manifestación artística

producida por la humanidad, debe ser contemplada por la humanidad, y por lo tanto, no es un

bien que puedas sustraer para comercializar con él, privatizarlo o, simplemente, destruirlo.

Este programa demuestra que hasta en épocas de guerra, hay un colectivo de la población (no

de una sola nación, sino de varias naciones) que toma conciencia en este aspecto y de forma

voluntaria, como los miembros del MFAA, deciden contribuir, haciendo lo que mejor saben

hacer, y arriesgan sus vidas por recuperar lo que tratan de arrebatar a la humanidad. Y todo

porque el patrimonio cultural es inamovible, inalienable e imprescriptible.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Las dos Alemanias.

José Manuel Lucerón Lucerón, 3º grado de Historia.

Esta semana van a tener lugar en nuestra facultad una serie de conferencias dedicadas a un

proceso judicial inédito en la historia, un hecho que marcaría la historia de la jurisprudencia y

las memorias de todos los testigos directos e indirectos de aquel acontecimiento. Me estoy

refiriendo a los juicios contra el nazismo que, paradójicamente, se celebraron en la meca del

nacionalsocialismo, Nuremberg. Una ciudad que en 1934 agasajaba a Hitler y que a la altura de

1945 distaba mucho de aparentar si quiera lo que fue en esos “años gloriosos”. Sin embargo,

sus correligionarios no sabían cuán lento y martirizador era el terremoto que se les venía

encima. Ruina y cenizas.

Para aquellos que no conozcan este acontecimiento y tenga curiosidad les recomiendo, no sólo

bibliografía, sino una película cuyo título ya lo dice todo: Nuremberg. Estrenada en el año 2000

y con un buen elenco de actores (Alec Baldwin entre otros), trata fielmente el desarrollo del

proceso y sus consecuencias finales. Muy entretenida y didáctica.

En el transcurso de la película tiene lugar una conversación entre el fiscal Jackson y uno de los

vigilantes de los presos nazis que también cumplía el papel de psicólogo y que, casualidades

del destino, era judío. En esa conversación este hombre creía haber encontrado el origen de

todo el mal que los jerarcas nazis causaron el tiempo que estuvieron en el poder: la total

ausencia de empatía por el ser humano. Pero aún había más.

La generación que impulsó a Hitler al poder fue aquella que vivió los horrores de la guerra,

jugó a la guerra, asumió con una mezcla de rabia y resignación el diktat de Versalles, soportó

como pudo las dificultades económicas derivadas del tratado de Versalles (inflación,

endeudamiento etc.) a las que tuvo que hacer frente la República de Weimar etc.

Este fue el caldo de cultivo que generó lo que desgraciadamente vino después. Una generación

que se lanzó a la aventura, “poco tenemos que perder ya” pensaría alguno de los banqueros,

industriales, miembro de las clases medias, jóvenes desencantados con el frágil y tambaleante

sistema político de Weimar que se lanzaron en masa a votar al que antes de 1914 se mostraba

melancólico, en la más absoluta miseria y que ahora estaba a punto de arrastrar a toda Europa

a una nueva carnicería.

Toda esa Alemania que por unos años olvidó su naturaleza romántica, aquella que desprendía

la novena de Beethoven, la fina pluma de Goethe, Schiller, Heine y se nutrió del espíritu militar

y orden prusianos, sustituyó a Beethoven por Wagner y sus Nibelungos y todo lo más bello y

auténtico del arte y la literatura acabó degenerando.

¿Cómo una nación que atesoraba toda esa cultura, ese sentimiento  se acabó vendiendo por

unas pocas monedas? En la modesta opinión de un historiador en proceso de formación, la

dicotomía o la lucha entre estas dos Alemanias fue uno de los factores que sentó las bases del

ascenso del nazismo en 1933 y el posterior enfrentamiento mundial.  Espero que este artículo

me ayude y os ayude a encontrar la respuesta o a generar la inquietud y curiosidad necesarias

para ir en su búsqueda.


jueves, 26 de noviembre de 2015

EL CAPITALISMO EN LAS RELACIONES Y SU INFLUENCIA EN LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Por Sara Nieto Aranda


El capitalismo es consumo. Nos pasamos la vida consumiendo cosas. Compramos objetos para nuestro disfrute personal continuamente. Tenemos una variedad impresionante de opciones a nuestro alrededor. Estamos acostumbrados a poseer todo aquello que nos guste y nos apetezca. Cualquier objeto puede ser nuestro si damos dinero a cambio: un boli, un ordenador, una manzana, un martillo, una casa, algo de ropa. Nuestra sociedad es una sociedad de consumo.
Es tal nuestra capacidad de consumición, las facilidades que hay para ello que hasta las personas se pueden poseer. Los objetos se venden y se compran, y nosotros también. La prostitución es la prueba más exagerada y visibilizada de ello: vendemos nuestro cuerpo por dinero, y el comprador paga para disfrutarnos. Pero no es la única. En el capitalismo se convierte al obrero en un mero objeto en manos del patrón: durante 8 horas al día, vende su fuerza de trabajo por un salario mínimo para enriquecer a su jefe. Se ha convertido en la propiedad de otra persona: se le paga para que el patrón disfrute del beneficio que genera el producto.
Desde pequeños nos enseñan el significado de «mío» y «tuyo». Mis juguetes son míos, solo yo los puedo coger, romper y usar; y si los comparto te estoy haciendo un favor, porque realmente cuando me vaya se irán a casa conmigo.
Esta educación, este ansia de poseer, de ser propietarios de todo aquello que nos rodea influye también en las relaciones interpersonales, sobre todo en las amorosas, las de pareja. Crecemos creyendo que nuestra meta en la vida es la de encontrar el amor, la de estar acompañados durante toda nuestra existencia. Morir solos es un fracaso. La soltería es un fracaso. Debemos enamorarnos como seres sociales que somos.
Cuando encontramos ese amor, necesitamos tener la seguridad de que será para siempre, de que nuestra relación es perfecta y durará toda la vida. Convertimos el afecto que nos profesan en una propiedad y lo extendemos hasta la persona dueña de él. Esa persona es mía, de mi propiedad, porque es mi pareja y me ama. Si alguien siente atracción por mi pareja, surgen celos y reacciono contra ello. Si tengo que compartir a mi pareja con amigos suyos, surgen celos. Si alguien pone en peligro el control que tengo sobre los sentimientos de mi pareja, surgen celos.
En un mundo machista, donde la sociedad cosifica el cuerpo, las ideas y las acciones de la mujer, esta se convierte en prisionera de sus propios sentimientos. En un mundo machista, donde la sociedad da todo el poder al hombre y las herramientas necesarias para ejercerlo, este se convierte en el carcelero de sentimientos. En un mundo machista, donde los celos son la demostración más bonita del sentimiento amoroso, cualquier violencia ejercida por ellos es un «crimen pasional». En mundo machista, donde ambas partes de la pareja tienen arraigada profundamente la idea monógama del amor, el hombre ejerce el poder y la mujer agacha la cabeza, porque así funcionan las cosas.
Desde el momento en el que nos enamoramos, somos propiedad de alguien, le debemos exclusividad amorosa y sexual. Le debemos todos nuestros pensamientos, nuestras ilusiones y nuestros planes de futuro. Por amor, le debemos la vida a nuestra pareja. Y hay hombres que creen de verdad que les pertenecemos, porque las mujeres estamos cosificadas. Y, a veces, nosotras les creemos. Y, por ello, dejamos que nos controle, que nos diga cómo vestir, cómo actuar, qué redes sociales usar, cuándo y con quién salir de fiesta. Por ello, dejamos de lado nuestro trabajo para cuidar la casa, le cosemos la ropa y hacemos la comida. Por ello, cuando hacemos algo que no les gusta o que le enfurece, nos levanta la mano y nosotras nos dejamos maltratar, porque sin él no somos nada, porque somos suyas. Por ello, cuando tratamos de huir de él, nos asesina, porque, si no somos suyas, no seremos de nadie.
Pero la cosificación de la mujer y la violencia de género hacia ella surgida de la idea de propiedad y consumo no finalizan ahí. Entendemos como consumo el adquirir algo y usarlo para luego abandonarlo. Cuando consideramos que un objeto es de usar y tirar, entonces no tiene sentido alguno cuidarlo. Si compras un martillo en un chollo y se te rompe al primer golpe, seguramente lo tirarás, porque estabas seguro de que no te iba a durar mucho y, además, era de mala calidad. Sin embargo, si pensaras que es un martillo bueno, que te va a durar muchos años, lo cuidarías, tratarías de arreglarlo o irías a la tienda a buscar una solución.
Con las personas actuamos igual. En las relaciones que consideramos que no serán duraderas no nos preocupamos por los sentimientos ni por el cuidado de la otra persona. No consideramos de igual calidad un rollo esporádico que una pareja para toda la vida. La cosificación de la mujer conlleva que todo hombre pueda pensar que su cuerpo le pertenece por el simple hecho de ser un cuerpo femenino, de tal manera que puede aspirar a poseerlo. Por eso, una falda corta, un escote o el aceptarle una copa de fiesta pueden suponer una provocación para el hombre que, teniendo el poder y las herramientas para usarlo, se puede encaprichar de poseer ese cuerpo. Y, para ello, se pueden llegar a extremos que pasan desde el acoso hasta la violación. Porque en una relación de pareja, se considera que el cuerpo ya es propiedad suya y lo que hay que encadenar es el afecto. Pero en situaciones sin afecto, el cuerpo vuelve a convertirse en algo de usar y tirar sin importar los sentimientos de la persona a la que pertenezca.
Y es que el machismo existía desde antes que el capitalismo y su sociedad consumista, pero este ha sabido muy bien aprovecharse del patriarcado y del poder ejercido por el varón.





viernes, 20 de noviembre de 2015

Curso de iniciación


Curso de iniciación
Desde la delegación de letras se ha organizado una charla-cursillo de iniciación para aquellos estudiantes que acaban de llegar a la universidad o estudiantes que tengan dudas sobre el funcionamiento de las diferentes aplicaciones y servicios que la universidad ofrece como Campus virtual, funcionamiento de la biblioteca y sus servicios, vincular el correo de la universidad a tu cuenta personal entre otros temas de relevancia. Totalmente gratuito.
Os esperamos este Lunes 23 de Noviembre en la facultad de letras en el aula F06 a las 17:30 H.

Delegación de estudiantes de la facultad de letras de Ciudad Real


miércoles, 18 de noviembre de 2015

Trabajar para estudiar para trabajar

Por Sergio Espinosa Monteagudo

Los estudios universitarios suponen una actividad prácticamente esencial para la sociedad de hoy día, que busca la estabilidad y la certidumbre que un trabajo cualificado le proporciona. Los avances económicos, políticos, sociales y culturales han permitido un progresivo y fácil acceso a todos los segmentos de la población, generando con ello una enorme competitividad laboral posterior, tanto local como global. Sin embargo, el acceso a estudios universitarios se ha tornado, en los últimos tiempos, en una tarea más complicada que antaño para los jóvenes de clases medias y bajas de la sociedad. Un paradigma social, expectativas personales, cuestiones familiares, una coyuntura económica desfavorable y medidas político-administrativas desacertadas serán los factores que determinarán y obligarán a estos jóvenes a tomar decisiones y hacer frente a sus respectivas consecuencias: estudiar para trabajar, trabajar para estudiar.
Desde nuestro nacimiento, poseemos una disposición genética o innata que, durante las distintas etapas de nuestra vida, nos predisponen a seguir un camino marcado, de forma que predestinan nuestro comportamiento hasta nuestra muerte. Pensadlo; todos admitimos una concepción inconsciente de ideas tan primarias como estudiar, adquirir un trabajo, encontrar una pareja, formar una familia… Parece que nadie nos enseña estas cosas, son algo natural e inherente a la vida de una persona: es lo que se supone que todos debemos hacer. A esta predisposición contribuyen la sociedad –la televisión, internet, las revistas y la radio nos enseñan lo que podemos ser- y la actitud de la familia, sobre todo cuando somos pequeños: “hijo mío, podrás hacer lo que te propongas, podrás ser lo que quieras ser”. Nuestro joven y entusiasmado espíritu, alentado por tan soberbias palabras y embaucado por la perspectiva de todo un futuro por delante, se dispondrá a conquistar el mundo que conoce perfectamente (!). En definitiva,  hemos (nos han) creado unas expectativas que guiarán nuestro porvenir. Entre ellas, estudiar.
¿Por qué debemos estudiar? Ya se ha mencionado: estudiar es un medio para un fin. Si queremos formar una familia, buscaremos pareja; si queremos pareja, conoceremos gente; si queremos mantener a esa familia, trabajaremos, y en un mundo tan incierto, difícil y competitivo como el actual, solo una buena formación nos posibilitará el acceso a esa estabilidad y la solidez que un empleo cualificado otorga. Estudiar para trabajar. Así pues, la universidad se presenta en los últimos tiempos como un medio necesario para todo individuo. Sin embargo, en España como en muchos otros países, la educación superior no es gratuita, por lo que llegamos a otro punto de inflexión: si queremos estudiar, necesitamos dinero. Espera, ¿estudiar no era un medio?
¿Cómo conseguimos ese dinero? Por regla general, el paradigma social estipula que la familia, en esencia los padres, deben ser la respuesta a esta cuestión. Sin embargo, desde 2008, una durísima crisis financiera azota cruelmente al mundo. El sector político ha ido perdiendo el rédito progresivamente, dada la ineficacia de medidas contraproducentes que los desbordados gobiernos han tomado, y que, lejos de solucionar la situación, la han empeorado. Por ello, millones de familias de clases medias y bajas han sido condenadas al desempleo, a la incertidumbre y a la precariedad; a no poder pagar una educación a sus hijos. El retoño de turno deberá, pues, buscarse una actividad remunerada económicamente si quiere obtener un título universitario (cuyas desmesuradas tasas representan otra consecuencia de las geniales medidas de los gobiernos): deberá buscar un trabajo. Trabajar para estudiar.
Los empleos disponibles para la juventud distan de ser apasionantes, más si tenemos en cuenta factores, aparte de la mencionada crisis, como la inexperiencia o la región en la que se vive. Siempre se puede recurrir al talento personal; vendiendo material artístico, dando clases particulares o cuidando críos (eso sí, sin inculcarles la misma libertad que nos ofrecían nuestros padres); pero sin destrezas ni formación previa y sin contactos familiares, el joven recurrirá a empleos sencillos, vacuos, y, frecuentemente, aburridos: los del sector servicios.
El muchacho ha encontrado trabajo; a partir de ahora todo irá sobre ruedas. Error. Trabajar durante la adolescencia -o recientemente abandonada- y hacerlo mientras se estudia acarrea una serie de inconvenientes para nada atractivos. El ajuste de horarios es esencial; la actividad laboral no debe coincidir con la educativa y el joven tendrá que adaptar su tiempo a cumplir con ambas obligaciones (¿obligaciones?). Esto conduce, a menudo, a un problema posterior: la falta de sueño. Podrán reconocer todos ustedes que la actitud de una persona que no duerme lo suficiente puede ser irritante, lo que a menudo nos lleva a una sensibilidad sobrecogedora: las disputas familiares, con compañeros de trabajo y con amigos están garantizadas.Como vemos, una serie de problemas que se alimentan los unos a los otros, cual formidable trama de película. El esfuerzo de compaginar la vida laboral con la educativa puede llegar a tener un efecto contraproducente.
Pero, qué demonios, las consecuencias de compatibilizar un trabajo y los estudios no son solo negativas, ni mucho menos. Desempeñar con eficacia ambas actividades requiere un sacrificio que a buen seguro enriquecerá la personalidad y la actitud del individuo hacia la vida. Le hará ver la realidad de otra manera, comprenderá que nadie le va a regalar nada y que el esfuerzo es la clave de todo. Gracias a ello, madurará, crecerá y obtendrá conocimiento. El camino no será fácil, habrá imprevistos, sí, pero el sujeto encarará estos problemas, las tensiones, las disputas, de forma positiva y con un talante firme y resistente. Las personas le mirarán con respeto, y esta visión servirá de ejemplo para la sociedad entera. Existirán personas que tal vez no compartan este grado de sacrificio y lo tachen de sufrimiento, pero desde luego no podrán negarlo. El individuo, en definitiva, será más sabio.
Puede que la ilusión, el optimismo y el positivismo inicial de la vida se vayan tornando, conforme crecemos, en decepción, pesimismo y, finalmente, en impotencia y resignación. La sociedad nos predispone a soñar con una vida pletórica, pero la realidad es cruel e implacable, y poco a poco nos damos cuenta; de nosotros depende la actitud con la que afrontarla. Tomamos medidas y decisiones en función de lo que conocemos e ignoramos, de lo que queremos y lo que no. La vida va de eso. Puede que los caminos estén predispuestos, sí, y que sean buenos o malos, pero somos nosotros quienes elegimos cuál tomar. ¿Trabajar? ¿Estudiar? ¿Trabajar y estudiar? Ya lo dijo Sartre, incluso cuando no elegimos, ya estamos eligiendo.




miércoles, 11 de noviembre de 2015

Tiempo y tiempos

Por: Alejandro Sánchez Capuchino

Los estudiantes de historia no paramos de hablar y escuchar de la importancia del tiempo. Ese tiempo al que están sujetos todos y cada uno de los acontecimientos protagonizados o no por el ser humano. Pero, ¿es el único tiempo que hay? Por supuesto que no. El tiempo al que he hecho mención es al denominado “tiempo histórico” y como tal ha de ser la columna vertebral de ese proceso evolutivo protagonizado por las masas al que llamamos Historia. Dicho esto, el tiempo es concebido como un tiempo social, iniciado con la aparición de los primeros hallazgos del origen de la humanidad. Aunque seremos egoístas al pensar que antes de esta aparición no existía el tiempo. He ahí un límite temporal en el tiempo histórico. No todo es tiempo histórico, sino que el tiempo es el que es; desde el momento de la creación de la materia, hasta nuestros días. Aunque esta afirmación necesita una reformulación constante a cada milésima de segundo. Pues las primeras líneas de este artículo ya forman parte de un pasado, incluso estas mismas palabras que lees ahora formarán o forman parte del pasado, aunque hace tan solo unos segundos formaban parte de un futuro… Menuda paradoja.
Volviendo a la materia que me interesa, la Historia es un proceso cambiante sujeto al espacio y al tiempo. Un tiempo que carece de dueño, que no está sometido a la división temporal que realizamos los historiadores, ni tampoco está sometido a las fechas, más o menos exactas, que manejamos. ¿Cómo que el tiempo no está sometido? Nosotros manejamos fechas concretas como el 1085, 1212, 1478, etc., pero estas fechas pueden variar. El tiempo cronológico tal y como lo conocemos a día de hoy, puede que no sea el que es. Es posible que no estemos viviendo en el 2015, pues en el año 533 un monje, Dionisio el “exiguo”, calculó erróneamente la fecha del nacimiento de Cristo, equivocándose en unos cuatro años aproximadamente, y afirmando que su nacimiento habría tenido lugar en el año 753 ad urbe condita. Incluso puede que no vivamos ni en el mismo día, ni el mismo mes que creemos. ¿Cómo puede ser esto posible? Básicamente por la reforma que llevó a cabo el papa Gregorio XIII en el siglo XVI. A pesar de que la reforma aborda otros temas de interés, me centraré en la reforma del Calendario Juliano y en la creación del actual Calendario Gregoriano. Lo que más llama la atención de esta reforma es la eliminación de diez días completos del tiempo histórico; del jueves 4 de octubre de 1582 se pasaría al viernes 15 de octubre de 1582 (tal y como queda recogido en la bula Inter Gravissimas, promulgada en el año 1582). El Santo Padre llegó a la conclusión, junto con el jesuita Christopher Clavius, de que esta era la mejor medida para solucionar el problema que planteaba el Calendario Juliano, pues este tenía unos minutos más que el año solar. Esta acumulación de minutos a lo largo de los años provocaría un adelanto de diez días del equinoccio de primavera.
Ya se ha visto cómo el tiempo histórico, al igual que la agricultura y la ganadería, ha sufrido una domesticación, respetando el concepto ya usado por Gordon Childe. El tiempo se puede corregir mediante las cronologías, incluso se puede dividir en periodos (con límites todos ellos discutibles), pero en definitiva el tiempo es el que es. Nadie puede cambiar el tiempo. El pasado ha quedado atrás y sigue y seguirá aumentando sus fronteras, a medida que el futuro va perdiendo terreno, mientras que el presente no es más que esa fina línea que limita las fronteras del pasado y el futuro. He insisto, la historia es un proceso social cambiante que está en manos del tiempo. El tiempo no está en manos de la sociedad, porque una cosa es que el tiempo nos haga cambiar a nosotros como humanos y otra sería que el tiempo fuese cambiado por nosotros, los humanos.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Influencias en Picasso: Un viaje a París

Por Luis Miguel Sarrión Camacho

Hablamos de Picasso, desde el génesis del siglo XX, como uno de los mayores artistas de la historia, como un genio pictórico que participaría en muchos de los movimientos artísticos que influenciarían de manera determínate a los grandes artistas de su tiempo y en los movimientos artísticos de la época y posteriores. Pero poco se habla de la influencia a la que fue sometido por otros artistas que marcaría al malagueño y que serian de vital importancia para su producción y es en es esa influencia notable donde aparecerá Gaugin que marcará a Picasso con su obra, su vida, sus ideas incluso con su muerte. Pero no podemos hablar de una relación  entre estos dos grandes pintores sin hacer mención a una persona determinante en este encuentro, un hombre, un artista, escultor, gemólogo y ceramista, un amigo, Francisco Durrio de Madrón  más conocido como Paco Durrio.

      Fue desde el principio, en París, tal vez en 1901, que Picasso vio por primera vez las obras de Gauguin. La evolución experimentada por el pintor español en la ciudad de las luces durante el corto periodo en la capital francesa seria uno de los sucesos más relumbrantes de la historia de la pintura, pues en solo siete años paso de ser un pintor desconocido de formación puramente provinciana a ser uno de los grandes referente de la vanguardia parisina.

      Volviendo sobre la figura del artista Paco Durrio, que sería quien enseñaría a Picasso una obra de Gauguin, probablemente una obra de cerámica, aunque también poseía varias obras sobre papel y pinturas en su estudio de Montmartre, y sería en este momento inicial donde el pintor de diecinueve años se interesaría por la filosofía de Gauguin en el arte.

       Inundado por la vida bohemia de las calles y los artistas que había podido contemplar en la capital francesa, sus lienzos se pueblan de picaras escenas de cabaret, de abarrotados cafés y salones de baile llenos de color. En todos ellos aprecia una simplificación de volúmenes y contornos definidos que hacen pensar en Gauguin, del que tomaría una concepción universal de la sentimentalidad. Podemos ver en estas primeras producciones como Picasso advierte una certera asimilación del postimpresionismo del pintor francés y del simbolismo de los Nabis.

      Tras la partida de Gauguin y sobre todo tras su muerte, Durrio vio en Picasso a su sucesor con la intención de obrar una autentica reencarnación del artista, algo muy comercial. Durrio intenta introducir a Picasso en el campo de la cerámica escultórica en la que Gauguin había logrado la integración orgánica del color y forma pero, al  igual que este, Picasso tenía un sentido muy independiente y tendría una posición ambigua. Iniciador, rompedor y revolucionario, jamás dejo de considerar la herencia de un pasado que englobaba tanto al arte ibero como el africano, del El Greco como a Ingres, tanto a Degas como al propio Gauguin, cuyo revelo, de la mano de Durrio, tomaba ahora.

      Mas allá de los ecos del Sintetismo de las pinturas de Picasso, podemos ver coincidencias entre el espíritu que inspiraba al malagueño y el del artista francés. Cuando Gauguin padecía de pobreza y enfermedad había expresado su convicción de que su arte encarnaba de lo triste y del dolor un concepto expresionista del arte que se asemeja, incluso podríamos ajustar a la obra picassiana de los primeros años.

      La obra y el espíritu que compartía Picasso con Gauguin se acrecentaría aun más con la crítica de uno de los amigos del pintor francés, Charles Maurice que elogiaría la exposición de Picasso en la galería parisina de Berthe-Weill. Al parecer seria Durrio quien indujera al crítico a visitar la exposición, y no solo tendría buenas palabras para su obra sino que le haría entrega al pintor de un libro de Gauguin, el cual Maurice habría completado y editado, “Noa-Noa”.  En palabras del historiador Richarson:“Este libro ayudaría mucho a Picasso, cuajado de ilustraciones que pronto se reflejarían en la obra del pintor español”. Gauguin describió su tiempo en Tahití en el libro antes mencionado, y de Picasso sería conocido el haber anotado las páginas con notas y dibujos inspirados en la experiencia que describe Gauguin en estos parajes.

      Gauguin y Picasso compartieron sólo un breve período de tiempo en la tierra, ya que Gauguin murió en 1903. Sin embargo, a pesar de lo corto que pudo haber sido, el impacto puede ser visto en un cuadro que Picasso hizo al enterarse de la muerte del su pintor francés. En Desnudo de pie, 1903, Picasso muestra a una mujer tahitiana caminar, firmado "PABLO Picasso".

      Desde sus primeros días en París y después de leer su libro “Noa-Noa”, Picasso estaba fascinado por las ideas de Gauguin en el arte. Fue a través de Gauguin que la idea de primitivismo y la naturaleza espiritual de la gente y el arte entraron en su mente y su pintura. Picasso se inspiró en la forma en la cual Gauguin tomó sus temas de medio ambiente artificial y de pinturas de género, así fue como mostró la emoción, la miseria y la soledad, que el espectador siente igual que los personajes representados. Picasso demostró esto en su época azul, usando poses y elementos de disfraz tomado de la pintura de Gauguin.

      Si bien es cierto que al ver las máscaras africanas sería la gran chispa para encender a Picasso como un  artista desafiante de  las convenciones tradicionales del arte, fue la influencia temprana de Gauguin la que abrió su mente en cuanto a la concepción del arte. Picasso acabaría admirando los viajes de Gauguin y la idea de mostrar la naturaleza primitiva de los seres humanos, los cuales, van más allá de la norma en la pintura. Esto permitiría a Picasso extender sus deseos artísticos más allá de lo previamente imaginable. Sin esa conexión temprana a Gauguin, es imposible saber donde Picasso habría llegado como artista.

      Es evidente que el impulso primitivista de Gauguin está detrás de la obra picassiana de aquellos años iniciales, claramente, junto a otras más inspiraciones e influencias pues Pablo Picasso era un artista en su totalidad y se define como una esponja de toda la historia del arte, historia que conoce a la perfección. Pero es cierto que su identificación con el artista francés es aun más profunda que con otros artistas.


      Tras un viaje a Holanda, y dejar a Barcelona atrás, Picasso vuelve a Paris hacia 1904 instalándose en el estudio de Durrio, al cual, entregaría su cuadro la “La belle Holandaise”, su obra maestra hasta el momento, para que la colgase junto a los cuadros y dibujos que tenía Gauguin de su amigos. Todo esto no solo lleva a pensar en el orgullo que Picasso sentía por su obra, sino que también encontraba en esta su estilizada construcción de las figuras, en la que se da cierto paralelismo con Gauguin. Así Picasso cobrara fama parisina y sus obras tendrán más valor y más demanda, tomando como ejemplo a Vollar, el cual decidirá entonces comprar toda la obra del estudio de Picasso, lo que le permitirá a este ultimo viajar y apreciar lugares inocentes, incontaminados mas naturales y donde podría experimentar de una manera más desinhibida, lejos de las presiones de la ciudad, al más puro estilo de Gauguin. Es después de esta experiencia cuando Picasso puede contemplar mas obras de Gauguin, las cuales le causan un impacto profundo y pintara obras en respuesta a las obras del francés, como puede ser “El Abrevadero” o “Muchacho desnudo llevando un caballo” en contraposición de los “Jinetes de la Playa”, una de las últimas obras de Gauguin, perfecto ejemplo de la fusión entre primitivismo y clasicismo, que es el nuevo camino en el que Picasso quiere dirigir su arte. 

lunes, 2 de noviembre de 2015

La hora de los estudiantes

Por Víctor Manuel Arias

No es tiempo de resignación ni de frustración, tampoco es tiempo de echar la mirada hacia otro lado; es el tiempo y la hora de los estudiantes.

Desde los medios de comunicación conservadores se ha estado arremetiendo constantemente contra los estudiantes, insinuando que somos vagos, que no merecemos las becas que nos ayudan a estudiar, porque según ellos las desaprovechamos, su argumento es que nuestro paso por la universidad es simplemente una excusa para ir al botellón de los jueves.

Pero lo que no nos cuentan, es que la realidad no es así.
La mayoría de la juventud estudiantil quiere estudiar y trabajar el día de mañana, porque sabe de dónde viene el dinero que paga los altísimos precios de nuestras matrículas, tan altas que cada vez son más los estudiantes expulsados por no poder hacer frente a los pagos. Ese dinero que paga nuestras matrículas viene del sudor de nuestros padres y madres, o en otros casos de nuestro propio sudor.

Esos padres y madres que estuvieron y están en constante lucha  para que las y los hijos de los trabajadores el día de mañana pudieran cursar estudios universitarios, para de este modo poder acceder a un futuro mejor. Ya que la constancia de muchos que no pudieron estudiar, es la que consiguió una universidad pública, que hoy en día nos la están arrebatando.

Llevamos tiempo quitándonos las legañas y despertando, y si más cabe en esta ciudad. Hemos sentido la necesidad de empezar a crear la herramienta que nos defienda de todos esos ataques a nuestros derechos, y esa herramienta es la organización y la creación de un movimiento estudiantil fuerte, el cual expulse la garra privatizadora y elitista que dicta sentencias contra nuestros intereses a la vez que intenta expulsarnos de la educación pública.

Esa herramienta que necesitamos es necesaria tanto como para alumnos, padres y profesores, porque nuestro vagón y destino, es el mismo, el de la defensa de lo público y la creación de una educación democrática, para la mayoría y sobre todo, de todos y de todas.


La resignación no es una opción, la organización y defensa de la escuela pública SÍ. ¿Aún sigues pensado en quedarte cruzado de brazos? ¿O trabaja por nuestros derechos?

Ha llegado nuestra hora; La hora de los estudiantes

martes, 27 de octubre de 2015

Los verdaderos triunfadores son del Atleti

[Advertencia: no se menosprecia a los demás equipos de fútbol, ni se pretende herir sensibilidades (que con esto del fútbol hay que andarse con cuidado). Es una reflexión personal sobre el que es mi equipo, el Atlético de Madrid. Si no te interesa el Atleti, al menos lee la conclusión]

El futbol es algo presente en la vida de todos, ya sea por la particular relación que cada uno tenga con el deporte rey o por el simple hecho del visionado del noticiario diario que informa de las últimas novedades de los jugadores y clubes más famosos. Ahora bien, ¿qué vinculación puede existir entre este deporte y la vida? Pues más de lo que pensamos si somos capaces de dejarnos llevar y a abrir la mente para aprender de todo lo que nos rodea.

Hablemos pues, de un club histórico dentro del panorama nacional: el Atlético de Madrid, mi Atleti. El club de la capital de España, club de grandes y pequeños, de ricos y pobres, tiene una historia muy particular de “subidas ronzando el cielo” y “bajadas a las alcantarillas” (como reza perfectamente nuestro himno). Desde el mítico doblete del 96 hasta el descenso a Segunda División, pasando por el gol de Godín frente al F.C. Barcelona que nos daría la liga en 2014 o aquel fatídico minuto 93 de la final de la Champions League de ese mismo año. Una historia, en definitiva, de contrastes (y esto sin remontarnos mucho tiempo atrás, pues se repetiría la misma historia).

En cierto modo podría relacionarse con lo que es la vida en sí misma. Momentos maravillosos que nos llevan a la alegría más plena o decepciones que nos sumen en la más oscura tristeza. Momentos que parecen ser perfectos, casi ensoñaciones increíbles, y que a última hora (fatídico minuto 93) se estropean irremediablemente, dejándonos perplejos, paralizados.



Así es la vida, combinaciones variadas y complejas de situaciones que nos llevan en muchas ocasiones al límite, pero de las que hay que saber salir, las que hay que saber afrontar siempre con la cabeza bien alta (como aquella “bendita”/maldita cabeza de Ramos). El/la que es del Atleti, esto lo sabe bien. Sabe lo que es ir con su camiseta y su escudo por la calle, mirando al frente, a pesar de estar en Segunda División. Ha desarrollado una actitud especial ante la vida, una resilencia (def. Capacidad de sobreponerse a las situaciones complicadas o adversas) específica a los contrastes y los cambios bruscos por lo vivido junto al club de sus amores.

Asimismo, ¿qué fanático colchonero no puede hablar de las bondades del Efecto Pigmalion? Vayamos por partes. ¿Qué es el Efecto Pigmalion? ¿Qué tiene que ver esto con el Atleti o con nuestro desarrollo personal? El Efecto Pigmalion es la creencia en que la actitud y las expectativas de una persona pueden influir en las de los demás y en las suya propias. Quien sea aficionado del Atleti ya sabe de lo que estoy hablando, o mejor dicho, de quien estoy hablando: EL CHOLO SIMEONE.

Don Diego Pablo Simeone llegó al Atlético de Madrid como entrenador en el año 2011 con el equipo al borde del descenso y eliminado de la Copa del Rey y en un brevísimo espacio de tiempo consiguió llevar a los colchoneros a lo más alto del panorama futbolístico nacional e internacional. La clave del éxito: su creencia y confianza en plena en la capacidad de su equipo. Simeone, líder del equipo, con unas altísimas expectativas en relación a lo que sus jugadores podían conseguir, fue capaz de trasmitirlo a todos ellos para que lucharan y ganaran. Mítica su frase en la celebración de una de las victorias: “si se cree y se trabaja se puede”.

Quien es del Atleti, como digo en el título del artículo, es un verdadero triunfador pues tiene asumida la resilencia como su actitud ante la vida y el autoconvencimiento sobre el triunfo como su ideal vital, pues ha vivido en primera persona, por medio de su equipo, las bondades de estas actitudes.

Ahora bien, ¿qué pasa con aquellos que no sean forofos colchoneros? EN CONCLUSIÓN tienen dos opciones: la primera, hacerse hinchas del Atleti, sufridores entregados, y la segunda (por si esta no les termina de convencer), es trabajar “partido a partido”, día a día, para cambiar esas actitudes que nos “autominan”, que nos van destruyendo, que nos hacen que avanzar en esta vida cambiante sea más difícil. Actitudes como las ya mencionadas, resilencia y autoconvencimiento en las posibilidades que cada uno tiene, son las que debemos de reforzar en nosotros mismo para triunfar.
¡AUPA ATLETI!

jueves, 22 de octubre de 2015

Españolitos

El curso pasado en el transcurso de una clase mi profesor nos sentenció a todos los que ese día escuchamos esa palabra y desde ese día no he parado de reflexionar sobre aquella poderosa palabra que encierra un cúmulo de acepciones, que se pelean entre ellas, pero de las cuales la más importante de todas es la que despierta rechazo, la que huele a miseria en nuestras cavidades más tenebrosas y su eco deja pasar un fino hilo de luz, vestigio de épocas mejores.

¿Qué es la patria? ¿Qué sabemos de la patria? Que viene del latín, que para exaltarla, para amarla, no hace falta empuñar las armas.

Ni siquiera invocarla, ni morir por ella. Eso forma parte del pasado, es algo abstracto, un concepto trasnochado. No merece la pena morir por un amor sin antes haber probado su dulce veneno, como aquellos cazadores de dogmas que buscan una chispa divina a la que agarrarse porque su existencia carece de significado.

Todos nacemos con una bajo el brazo. Es la suma de todas nuestras cualidades, aquellas que nos hacen avanzar como seres racionales, como ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones, como hijos, como amigos, etc. La suma de patrias chicas, tan diversas y ricas, da como resultado una sociedad, una nación, España.

Se ha dado la coincidencia de que somos la generación mejor preparada en un momento en el que la nación está enferma.

Es por ello que me resigno a ser un españolito del montón, debemos aspirar a ser mucho más que eso. No somos más que nadie ni mucho menos somos inferiores a cualquier otra nación. Y no me remito a nuestra historia, nuestro glorioso pasado imperial que en tantas aulas retumbó en el pasado, la providencia está ocupada en otros asuntos. Somos nosotros o nadie. Nuestro destino histórico es, valga la redundancia, continuar nuestra propia historia como pueblo para definir España, su luz, sus fuentes, sus bosques, sus aguas, sus entrañas, sus temores, sus aspiraciones.

Parafraseando a Ana Pastor: hay un país ahí fuera. Hay españolitos ahí fuera que quieren dejar de serlo, que están deseando mirar con orgullo a su bandera, asqueados del nepotismo, de los trapicheos en B de sus gobernantes, hartos de que el dinero de sus impuestos no se destine a mejorar la calidad de vida de su país y de un variopinto número de prácticas perniciosas.

Hay vida más allá de aquellos que no quieren que nada cambie y siga todo igual de podrido y sin alma. Este país, esta sociedad aún tiene pulso, sueños, ganas de cambio, de un futuro en el que se valore el mérito, el esfuerzo, las ideas, en el que nadie tenga que dejar de estudiar porque su capacidad económica no sea equivalente a su capacidad intelectual y sus ansias de conocimiento. Ese país existe, lo vemos todos los días, y quiere de una vez por todas vivir con la conciencia tranquila.

José Manuel Lucerón

martes, 20 de octubre de 2015

Cielo e infierno

¿Por qué razón no titubeamos a la hora de situar a los ángeles en el cielo y a los demonios en el infierno? ¿Por qué no concebimos un ángel sin alas ni un demonio sin cuernos? La bondad siempre ha sido identificada con los ángeles mientras que la maldad lo ha sido con los demonios, sus eternos enemigos. La iconografía surgida a lo largo de la historia ha influido en nuestras vidas de tal manera que ya llevamos impreso en nuestro subconsciente el prototipo de lo angélico y de lo demoniaco. A pesar de que son seres espirituales, identificados con el bien y el mal, siempre han sido representados desde el inicio del cristianismo como seres humanos, con una forma corpórea con la que podamos sentirnos identificados a pesar de que no son perceptibles porque existen en el plano espiritual, no físico. Nadie ha visto nunca ninguno, pero tradicionalmente, nadie ha dudado de su existencia.

La primera aparición, tanto de los ángeles como de los demonios, la encontramos en el Génesis, con una única diferencia: la primera aparición de lo que sería una personificación del mal, podemos situarla dentro del mismo paraíso: la serpiente, que indica la primera incitación al pecado, el paso previo a este, la tentación. Por otro lado, encontramos la primera aparición de los ángeles en la expulsión del Paraíso, acompañando a Adán y Eva fuera de este. De esta situación se pueden deducir dos ideas: ¿Estaba el ser humano ya condenado a pecar desde el primer momento? El árbol del pecado, el fruto prohibido que aparece en el Antiguo Testamento (el cual luego se dedujo que sería una manzana debido a la traducción latina malum, que significa a la vez "mal" y "manzana") fue creado y puesto allí por el mismo creador de dicho Paraíso terrenal: Dios. ¿Quiere decir esto que el ser humano ya tenía oscuridad en sí? ¿Estábamos abocados al pecado y Dios lo sabía? Por otro lado cabe decir que la idea que se refleja en la Biblia sobre los ángeles tampoco es de bondad infinita, es de defensores de Dios, de guerreros que luchan por el bien, ya que en diversas obras se puede observar cómo se cierran las puertas del Paraíso, pero cómo éstas no están fortificadas dado que tienen a varios ángeles protegiéndolas, y con eso basta. Sin embargo la idea arquetípica que nos hemos formado en nuestras cabezas es la de personas jóvenes, asexuadas por lo general, y ante todo, alada. El misterio de las alas puede remontarse a muchas teorías, como por ejemplo que al estar creados de la luz que emana Dios, las alas sean la concepción física de esta; o una explicación más sencilla es el simple hecho de la añoranza que el ser humano ha tenido siempre por volar, por lo que al ser los ángeles los intermediarios entre Dios y los humanos, debieran estar dotados con alas para poder llegar hasta el Altísimo.

La concepción cristiana del Infierno deriva de la idea del Hades griego y del Sheol judaico: un lugar para almas castigadas y atormentadas, cuya primera descripción aparece en el Apocalipsis de San Juan, quien ya nombra a Satanás y tras lo cual, en el siglo X, aparecen las primeras imágenes de un Infierno dominado por Lucifer, con miles de demonios menores a su cargo. Es en este siglo cuando se subdivide el Infierno en nueve círculos, paralelos a los nueve coros angélicos; cada círculo tendría un castigo peor, por lo que la crueldad de los demonios que se hallan en cada uno, aumentaría. Dante se inspira en esta subdivisión a la hora de escribir su mundialmente conocida obra La Divina Comedia, y en concreto el libro Inferno. Un ejemplo de cómo esta descripción del Infierno caló sobremanera no solo en literatura es Inferno, de Nardo di Cione, en la capilla Strozzi de Santa María Novella. Y fue en ésta época cuando la teología defendió la doctrina de talión, donde los pecados cometidos son equivalentes a las penas aplicadas, quedando así claro que un demonio no era simplemente oscuridad, sino una oscuridad creada a raíz la corrupción de la luz, lo cual llevaba directamente al pecado; así que la iconografía medieval abusó de la imagen de los ángeles y los demonios, usándola sobre todo en iglesias, reflejándola en pinturas y esculturas que impactaban a un pueblo analfabeto para que no les cupiera duda de que seguir la palabra de Dios tenía su recompensa, así como faltar en su cometido, tenía su castigo.

El Paraíso Celestial, por otro lado, es un reflejo de lo que fue el Paraíso Terrenal creado para Adán y Eva, y éste primero está custodiado por ángeles, divididos en jerarquías, siendo las más altas y por lo tanto cercanas a Dios los serafines y los querubines, a pesar de que la mayoría de la gente sitúa a los arcángeles en la esfera más cercana a Dios. La entrada al Paraíso comenzó a reflejarse desde bien temprano como la Jerusalén Celestial de la que se habla en las Sagradas Escrituras.

Fue Santo Tomás de Aquino quien, tras estudiar a Aristóteles y Tolomeo, sintetizó el pensamiento cristiano con las teorías antiguas: añadió al modelo tolomeico-aristotélico una décima esfera celeste, por encima de los cielos que ellos habían estudiado científicamente, un cielo privado de movimiento y cambio: el Empíreo, donde reside Dios custodiado por los ángeles que guardan las almas bondadosas en esferas cercanas al Empíreo. Dante describe este Empíreo en Paraíso, lo cual condicionó sobremanera la iconografía desde entonces: se define como "un Cielo luminoso dividido en categorías". Varios ejemplos de este cielo cuya cumbre es el Empíreo los encontramos en Ascención al Empíreo, de El Bosco (en el cuadro se observa cómo los ángeles acompañan a los elegidos hacia el Cielo) o en La Asunción de la Virgen, de Corregio.

Por lo tanto, aunque los ángeles y los demonios son dos vertientes muy diferenciadas que la iconografía se ha encargado de demostrar que no son conjugables entre sí, cabe decir que solo a Dios se le concede desde siempre la bondad infinita, ni siquiera a los ángeles, ya que hay que destacar, que a aquel al que se le considera señor del Infierno, fue en su día uno de los ángeles más importantes, según Ezequiel el ángel más bello y perfecto que Dios hubiera podido crear: Lucifer, pero éste se rebeló contra Dios, lo que deja ver que todo ser está abocado a la tentación del pecado, por lo que lo que el fiel debe evitar es ser como Lucifer, ya que aunque pueda pecar, no debe darle jamás la espalda al Bien, porque incluso un ángel puede transformarse en un demonio.

Marta Isabel González de la Rubia y Luis Miguel Sarrión Camacho

jueves, 15 de octubre de 2015

¿Quién soy yo para juzgar a la Iglesia?

Si tenemos que destacar a la última estrella del rock del panorama mundial ese es sin duda el papa Francisco. Jorge Mario Berglogio se ha rodeado de un aura de santidad producto de la proyección mediática que le proporcionan sus ‘sinceras’ declaraciones y su activa labor política, como el acercamiento entre Cuba y EE.UU. Ha detectado y aprovechado las ganas de cambio que parecen recorrer la cristiandad, en espera del advenimiento de algo como un Concilio Vaticano III que sitúe a la santa Iglesia católica apostólica y romana, si no en el reino de los cielos, sí en el siglo XXI.

Mientras llega ese feliz momento, quizá deberíamos escapar de la fascinación que produce la figura de Francisco y observar al Estado-institución del que es soberano y padre espiritual. Esta misma semana el polaco Krzysztof Charamsa, a la sazón oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe –antes conocido como Tribunal del Santo Oficio, y más antiguamente como la Inquisición–, secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, salía del armario en compañía de su pareja, un seglar – catalán, por cierto –, la víspera del inicio del Sínodo de las Familias, reunión convocada con objeto de decidir el lugar en la Iglesia de las nuevas formas de familia, como los divorciados vueltos a casar. Como resultado de la confesión (repárese en el verbo que utilizo) de Charamsa, este fue inmediatamente destituido de sus cargos. Este conocedor de la vida vaticana afirmaba que la Congregación para la Doctrina de la Fe es “es el corazón de la homofobia de la Iglesia católica, una homofobia exasperada y paranoica". Vamos a ser justos: se puede explicar su defenestración no en base a su orientación sexual, sino al hecho de que tener una vida sexual activa está prohibido tanto para curas heterosexuales como homosexuales. En manos de cada uno está pensar si se hubiera actuado igual si un prelado heterosexual hubiera declarado su amor por una mujer.

Veamos más casos. Unos meses atrás, el gaditano Álex Salinas se estaba preparando para ser el padrino del bautismo de su sobrino. Sin embargo, la iglesia de San Fernando le negó tal posibilidad debido a que Álex es transexual. En este caso sí que no hay medias tintas. El obispado de Cádiz, ante la duda, preguntó a la Congregación para la Doctrina de la Fe (de nuevo, la Inquisición) sobre la posibilidad de que Álex actuara como padrino. La respuesta fue taxativa: “el mismo comportamiento transexual revela de manera pública una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de identidad sexual según la verdad del propio sexo”, por lo que este chico “no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino” debido al simple hecho de haber nacido con el sexo equivocado. El resultado es que Álex ha decidido apostatar, dado que “la Iglesia católica ha demostrado que no me quiere”; mientras que su hermana ha tomado la decisión de no bautizar al niño para educarle en la fe cristiana al margen de la Iglesia católica. Aquí también podría aducirse, por ejemplo, el desconocimiento del propio para del hecho. El mismo pontífice se reunió en enero de este año con un transexual español, en el propio Vaticano para expresarle que tenía un hueco en la Iglesia. Y, sin embargo, un mes después proclamaba que la teoría de género (marco teórico en el que la transexualidad encuentra su amparo) no reconocía el orden natural de la creación y eran una ‘bomba nuclear’ (no, no me lo invento: http://ncronline.org/news/vatican/francis-strongly-criticizes-gender-theory-comparing-nuclear-arms). Voy a proponeros una comparación, claramente capciosa: en los años 80’ el ayatolá Jomeini oyó el desgarrado testimonio de una persona nacida en el sexo equivocado. Como resultado, lanzó una fatua que legaliza el cambio de sexo en Irán, mismo país que condena a muerte a los homosexuales. Aunque no nos engañemos: que sea legal no implica que la sociedad iraní los vea con buenos ojos. Parece que los ayatolás no hacen milagros, aunque pongan más de su parte que los papas católicos.

Volvamos a la rock and roll star. Hace ya casi año y medio el papa Francisco declaraba, en una traducción más o menos literal, que si un gay busca al Señor y tiene buena voluntad él no era nadie para juzgarlo. Parecía estar siguiendo la postura oficial de la Iglesia, cuyo catecismo dice así:

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición (el subrayado es nuestro) (fuente: http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c2a6_sp.html )
Traducido al cristiano: si eres gay, y aunque es algo “objetivamente” antinatural, te vamos a aceptar entre nosotros siempre y cuando no folles. Centrémonos en la parte del “respeto, compasión y delicadeza”, y veamos cómo se traduce en la praxis de Francisco. En su reciente gira viaje a EE.UU. el Sumo Pontífice se reunió con Kim Davis. Para aquellos de vosotros que no la conozcáis, os hago una semblanza de su vida: esta señora, funcionaria de un condado del estado de Kentucky, estuvo en prisión por negarse a tramitar certificados de matrimonio entre personas del mismo sexo después de que el Tribunal Supremo de los EE.UU. legalizara el matrimonio igualitario en todo el país. Davis no solo se negaba a tramitarlos ella misma, sino que impidió a todos sus subordinados que lo hicieran. Quizá debería realizar un resumen abstracto para ponderar con justicia la situación: esta empleada pública negaba a sus conciudadanos la posibilidad de hacer efectivo un derecho reconocido por las instituciones democráticas en base a una objeción de conciencia. Objeción que, dicho sea de paso, imponía a todos aquellos jerárquicamente inferiores a ella, estuvieran de acuerdo con las creencias religiosas de Davis o no. En justicia, esta mujer es una criminal. Esta es la semblanza de la mujer honrada con un encuentro personal con el líder de la Iglesia católica. No es la única muestra de que la actitud del pontífice no es, ni de lejos, la del hombre aperturista que parece. Sin ir más lejos, en su homilía del domingo 4 de octubre en la apertura del citado Sínodo de las Familias, afirmaba que “el sueño de Dios es la unión entre un hombre y una mujer”, además de recordar que el matrimonio es indisoluble ante los ojos de Dios.

Cada cual es, pues, libre de juzgar si el papa Francisco será el hombre que reconcilie a la sociedad con la Iglesia católica. Sin embargo, escribiendo este lago texto, una pregunta no paraba de rondarme la cabeza: y, a ti, ¿qué te importa? Parecería que los gays tenemos cierta obsesión con lo que la Iglesia católica piense o deje de pensar con respecto a nosotros. Que necesitamos su aprobación o algo. Los datos parecen desmentir este hecho. En España aproximadamente un 70% de la población se declara católico (independientemente de ser practicante o no), mientras que la aceptación de la homosexualidad ronda el 88%, porcentaje que nos sitúa a la cabeza del mundo en este ámbito y que quizá deberíamos mirar de otra forma para valorar con propiedad lo que significa: un 12% de la población española no la considera una orientación sexual válida. La situación en los países del este de Europa, donde el catolicismo practicante es mucho mayor y, por tanto, también lo es el predicamento de la Iglesia, los datos sobre la valoración positiva de los homosexuales son mucho más bajos. Lo que nos lleva de nuevo a mi pregunta. ¿No podríamos dejar que la Iglesia defienda sus posturas y nosotros las nuestras? Me inclino a pensar que no. No cuando se arroga el derecho a definir lo que es “objetivamente desordenado”, con la implicación de antinaturalidad que esto conlleva. No cuando su doctrina da amparo teórico a todos aquellos que defienden que debemos seguir siendo ciudadanos de segunda clase. No cuando su líder se reúne con alguien para quien mi derecho a la igualdad está por debajo de su derecho a practicar libremente su religión. Respondo a mi pregunta: ¿quién soy yo para juzgar a la Iglesia? Alguien a quien ella ha convertido en su enemigo

José Corrales Díaz-Pavón

martes, 13 de octubre de 2015

La película de tu vida

En el mundo en el que nos movemos la tecnología nos invade por todos lados. Permanentemente tablets, ordenadores y móviles forman el pilar fundamental de nuestra existencia diaria. Siendo así, ¿por qué no nos animamos a hacer algo realmente interesante con todo esto?

La fantástica directora Isabel Coixet nos reta trayendo a nuestro país una nueva experiencia de hacer cine. “Spain in a day” es una creativa manera de reflejar un día de los españoles grabado por ellos mismos. Es un proyecto colectivo al que dará forma la directora y que amenizará el galardonado compositor Alberto Iglesias.

Esta idea surge del proyecto “live in a day” dirigido por Kevin MacDonalds y producido por Ridley Scott en el que participaron personas de 192 países recaudando un total de más de 4500 horas de video. Tras esto se ha llevado a cabo en países como Gran Bretaña, Japón e Italia y se están preparando otras versiones en Alemania, Emiratos Árabes o Israel.

Para participar, el día 24 de Octubre de 2015, toma la cámara de cualquier dispositivo que tengas a mano EN FORMATO HORIZONTAL (esto es muy importante) y graba cualquier experiencia, situación, punto de vista, etc. que quieras con una duración máxima de 15 minutos. Los videos podrán enviarse a través de la web de RTVE o de la aplicación “spain in a day”. El resultado de este proyecto será una gran película que se presentará en el Festival de Cine de San Sebastián 2016.

¿Te atreves a retratar la vida real siendo tú el protagonista? Anímate, participa.

Más información:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/programa/spain-in-day-spain-in-day-pelicula-47-millones-protagonistas/3264061/


Sara Bastante Valero

viernes, 9 de octubre de 2015

Destrucción del patrimonio como arma

La gran avalancha de información que recibimos sobre la guerra en Oriente Próximo en los últimos años nos ha hecho inmunes a los muchos crímenes sucedidos en Irak y en Siria. Tal vez solo con la llegada al territorio de los cientos de miles de refugiados nos estemos dando cuenta del verdadero problema y nos sensibilicemos con una realidad que a miles de personas arrebata la libertad.

Cuando surgió el grupo terrorista Estado Islámico, el cual quiero dejar claro que no es un estado, pues daría a asesinos organizados la misma legitimidad que cualquier otra nación, Occidente se encontraba vigilando al régimen sirio de Al-Asad, quien masacraba a la población siria, pero que, sin embargo, ahora debido a la acción del grupo terrorista IS es una de las fuerzas “legitimas” que lo combate. 

Sumando a la masacre de todo hombre, mujer o niño que no comparta el islamismo radical de los terroristas, no digamos ya de los creyentes en otras religiones, y al exilio forzado de millones de ciudadanos de la región, el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico ha llevado a cabo la destrucción del patrimonio cultural de la humanidad.

Sin embargo, esto no es nuevo. Grandes imperios ya utilizaban la destrucción del patrimonio, testigo inmortal de la cultura de un pueblo, para así no solo romper con ello su moral e infundir miedo, sino para borrar toda muestra de gloria pasada. Es esto lo que Homero nos cuenta en la Ilíada al quemar los griegos Troya y lo que posteriormente hizo el imperio persa al arrasar Atenas durante la segunda guerra médica o como Roma en la tercera guerra púnica contra su enemiga eterna, Cartago, la cual fue quemada en su totalidad para evitar futuras guerras. Siglos después los propios cristianos que habían sido perseguidos, eliminaron las estatuas y templos de la mayoría de las religiones paganas o bien las acondicionaron como ocurrió con la mezquita de Córdoba. 

Ahora, impulsados por el extremismo radical del Islam, los terroristas del IS y sus partidarios saquean o directamente destruyen cualquier cosa opuesta o simplemente distinta a sus creencias, motivados por la idea de que todo lo que no esté de acuerdo con su extremista visión del Islam es erróneo y debe ser eliminado.
La siguiente lista de monumentos perdidos, saqueados o destruidos son solo algunos de los ejemplos del miedo que el autodenominado estado islámico crea en las áreas que ocupa:

La gran mezquita de Alepo

La mezquita a Khaled Ibn Walid

Palmira en Siria

La tumba de Jonás en Iraq

La gravedad de la destrucción del IS es enorme Aunque no son pocos los motivos para proteger dicho patrimonio, sin duda el arma resultante del miedo que influye destruir la cultura de otro pueblo es muy eficaz, pues si todas las pruebas de, por ejemplo, las civilizaciones surgidas entre el Tigris y el Éufrates desaparecen, perderemos todos la memoria palpable de las primeras civilizaciones de la humanidad.

Los números aportados por los medios de comunicación no hacen sino insensibilizarnos, tan solo datos, cifras de muertos en un país aparentemente lejano. Algo que con la avalancha de refugiados ha quedado descartado. Conocer las historias de los implicados y tratar de conocer cuanto más mejor, hará que podamos conocer mejor la realidad en Siria y tal vez encontrar una posible solución para hallar la paz, una paz que hoy en día, incluso con las intervenciones militares de varios países en marcha, no parece estar cerca.

Germán López

martes, 6 de octubre de 2015

Más que deporte

Desde bien pequeños, la gran mayoría hemos sentido interés por el deporte, ya sea más o menos activo. Hemos practicado fútbol, baloncesto, natación, tenis, escalada, hípica… El deporte no es solo un complemento de actividades que sumar a las 24 horas que dura el día. Nos ayuda a liberar tensiones, a adquirir competencias que no abarca la educación escolar, a llevar un estilo de vida saludable y a establecer relaciones sociales con otras personas cercanas o de fuera de nuestro ámbito.

Muchos de los deportes más practicados a nuestro alrededor son deportes de equipo: fútbol, baloncesto, balonmano, lacross, hockey, volleyball, waterpolo… El trabajo en equipo, la valoración del compañero, el afán de esfuerzo y superación colectivo son muchos de los aspectos positivos que el deporte en grupo nos aporta.

Llegados a este punto es hora de entrar en materia y hablar del gran olvidado en España: el rugby. El rugby es un deporte con diferentes modalidades según el número de integrantes de los equipos. El más practicado en el panorama internacional es el Rugby XV. Consiste en posar en balón tras la línea del contrincante mediante el avance hacia delante del jugador, que solo podrá pasar hacia detrás con las manos y hacia delante si es mediante una patada.

A simple vista, un partido de rugby es complicado de entender pues se rige por un complejo sistema normativo. Sin embargo es uno de los deportes que más satisfacción personal produce. Para un jugador de rugby, mejor dicho un rugbier, sus compañeros son fundamentales, pues necesitas de todos ellos para realizar algunas fases de juego conocidas como melé o touch.

Más allá de lo deportivo, el rugby es uno de los deportes más inclusivos y que más valores sociales transmite. No importa el tamaño, ni el peso, ni la fisionomía, no hay distinción; si quieres jugar al rugby solo HAZLO. No te dejes influir por falsos arquetipos como “el rugby es de machos, es un deporte rudo”. De hecho, nada más lejos de lo contrario: durante un partido, a diferencia de otros deportes como el fútbol, jamás se escuchará una queja hacia un árbitro ni desde dentro del campo ni tampoco en la grada, pues solamente el capitán puede dirigirse al árbitro trantándolo de usted y como señor.

Además, y creo que en esto coincidimos todos los rugbiers, lo mejor de un partido es el tercer tiempo, el momento de que el equipo local INVITE al visitante a comer y beber y se establezcan así amistades que con toda seguridad durarán una eternidad.

Sin más solo quiero invitaros a practicar un deporte tan noble como es este del que vengo hablando. Si estáis interesados y os encontráis en Ciudad Real, contactad con la página de Facebook del Club de Rugby Arlequines de Miguelturra, una gran familia rugbier que estará encantada de acogeros, enseñaros a jugar e invitaros a cerveza.

https://www.facebook.com/Arlequines-Miguelturra-Rugby-Club-129794973788770/timeline/

Julia Martínez Cano

jueves, 1 de octubre de 2015

Ese día cogió un poco de frío…

A día de hoy, 1 de octubre, se cumplen 40 años de la última vez que los españoles vieron vivo al general Franco. El lugar: Palacio Real de Madrid, Plaza de Oriente. Motivo: una demostración de adhesión del pueblo español a su líder e invicto caudillo, una respuesta a la comunidad internacional de que nada ni nadie dinamitaría la moral de un régimen que, a partir de ese mismo día y sin inmutarse, comenzaba su larga y lenta agonía. Las ejecuciones, las últimas del franquismo de tres terroristas del FRAP y dos de la ETA, apenas cuatro días antes, planeaban ese día por el cielo de Madrid. Franco, que ya comenzaba a dar muestras de debilidad física y psíquica, saludaba desde la balconada principal del palacio a, según datos de TVE, un millón de españoles. A su lado estaba todo el gobierno con Arias Navarro a la cabeza y el actual rey emérito, en ese momento príncipe, Juan Carlos de Borbón. Presente, pasado y futuro.

Cuarenta años que coinciden con los años que gobernó España dejando todo “atado y bien atado”. Con motivo de este aniversario, y el de su muerte el próximo 20 de noviembre, creo conveniente volver la vista atrás y dedicar una breve reflexión histórica al período que hizo posible los 40 años que llevamos andados de democracia, constitución y libertad.

La Transición es una de las etapas más emocionantes de nuestra historia reciente y de la que existe una bibliografía considerable hasta la fecha. En los últimos años, especialmente fruto de la deriva política, económica y social resultado de la actual crisis económica (2008- ), se están publicando una serie de obras en las que la transición es un tema fundamental y también se ha convertido en uno de los temas de debate dentro de los círculos políticos de este país. Varios de nuestros actuales dirigentes políticos rememoran con cierta nostalgia este período a fin de recuperar el denominado espíritu de la Transición: una especie de manual de instrucciones político para solventar los problemas que aquejan actualmente a la nación. Otros, sin embargo, la utilizan para abanderar un futuro cambio traducido en una ruptura con el sistema político que surgió tras la promulgación de la Constitución de 1978.

Desde la novela negra, la histórica, el thriller político, memorias y ensayos, hay un grupo de escritores que han decidido escribir sobre una época que parecía estar vetada en los círculos de investigación histórica y de discusión literaria. En este caso tenemos obras como Operación Gladio de Benjamín Prado, Un momento de descanso de Antonio Orejudo y también ensayos que pretenden arrojar una visión diferente a la que nos han transmitido sobre la transición como por ejemplo Las cloacas de la transición de Luis Díez Álvarez, sociólogos como Ignacio Sotelo (El País) con artículos como Los mitos de la Transición, Los ángulos ciegos. Una perspectiva crítica de la transición española (1976-79) de Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell entre otros.

Se ha estudiado hasta la saciedad y se seguirá estudiando. Puede que el hecho de que fuera un proceso no exento de riesgos y peligros alimente, aún más si cabe, las ansias de conocer con más profundidad este período tan trascendental de nuestra historia.

Negociaciones “secretas” en restaurantes de Madrid, manifestaciones multitudinarias, muertes, ruido de sables, etc. Como ven no fue para nada un cuento de hadas. Un argumento que da para una película digna de pasearse por alfombra roja del Teatro Kodak de Los Ángeles.

José Manuel Lucerón

martes, 29 de septiembre de 2015

Un libro, un mundo

Es una realidad que actualmente la lectura forma parte del día a día de mucha gente, ya sean niños, trabajadores, ancianos o estudiantes. La lectura es una parte básica en la formación de una persona, eso es un hecho, pero un hecho que no mucha gente llega a comprender. No porque alguien sea más o menos dado a leer se puede decir que sea una persona inculta o poco formada, pero sí que su mundo es mucho más pequeño, y eso es una realidad.

Un libro puede transportarte a miles de lugares, no necesariamente ficticios. Un libro histórico te traslada a la piel de Enrique VIII, a los sentimientos encontrados de María Antonieta o incluso te contagia la valentía de Juana de Arco. Un libro científico te abre la mente de tal manera que incluso puede que te haga dedicarte a esa materia o si no, a informarte sobre ciertos temas. En cuanto a los libros de ciencia ficción, futuros apocalípticos o realidades paralelas, puede que sean un poco más complicados de llevar o incluso de comprender; obviamente están hechos con la finalidad de entretener y de hacer viajar al lector sin necesidad de que este se mueva, lo ayudan a evadirse de la realidad, pero hay que decir que toda ficción tiene su pedacito de realidad. ¿Quién no ha leído o visto Los Juegos del Hambre? ¿Qué son los distritos sino la recuperación de la idea de los guetos? Gente dividida en diversas especialidades, forzada a trabajar dentro de un territorio hecho por chabolas y rodeado de muros o vallas, cuyo esfuerzo está dedicado no a no morirse de hambre, si no a morir por el dictador. ¿Harry Potter? Un pueblo que consigue derrocar al tirano y que a pesar del paso de los años aún conservan ese miedo infundado (o no tanto) a que vuelva a aparecer, si no él, que alguno de sus antiguos partidarios se levante en su nombre. Todo esto solo es algo que se puede deducir habiendo leído una cantidad de libros inconmensurable, libros sobre todos los aspectos y tiempos, los libros reflejan en mayor o menor medida la mente del ser humano, sus mayores deseos y anhelos, sus mayores temores.

Lo que tiene que quedar claro es que un libro es la puerta a la vida de otras personas, si no a la de los personajes, sí a la del propio autor. Cada vez que una persona abre un libro tiene entre sus manos el alma del escritor, el tiempo del escritor, un tiempo irrecuperable que ha utilizado para acercarse a otras personas y que así lo puedan conocer. Hay gente que no sabe expresarse en voz alta como lo hace con un bolígrafo en la mano y un papel ante sus ojos, hay gente que no sabe abrirse a los demás como lo hace en el momento en el que crea un personaje cuyas palabras son las que nunca se atrevería a decir en voz alta. Cada párrafo que se lee es parte de la vida y de la mente de aquel que lo ha escrito, y nos está invitando a viajar con él dentro de su cabeza.

Quizás una persona no sabe nada del amor, quizás nunca lo ha experimentado y no sabe lo que es, tampoco entenderá lo que significa no conformarse con aceptar aquello que otras personas han decidido por ella, pero solo con leer los primeros capítulos de Orgullo y Prejuicio o de Cumbres Borrascosas, ya lo está viviendo. Quizás alguien no comprende lo que es sufrir tanto que el dolor se te meta en la piel, pero solo debe abrir La llave de Sara.

No todos los libros pueden entretener, pero sí nos ayudan a ser más humanos y comprender mejor nuestro mundo…u otros.

Marta Isabel González de la Rubia

jueves, 24 de septiembre de 2015

No solo de Velázquez vive el Prado

Los historiadores del arte (y los amantes del arte en general) estamos de “celebración” pues, pocos días atrás, ha tenido lugar la presentación de una valiosísima publicación: Pintura del siglo XIX en el Museo del Prado. Catálogo General. Esta obra podría pasar de largo como muchas otras pero no debiera ser así.

El Museo del Prado inició hace bastantes años un proyecto de investigación con el cual pretendía, por un lado, revisar, catalogar y organizar sus fondos más desconocidos, y por otro lado, completar el recorrido histórico de su colección expuesta. Muestra de este trabajo fueron la exposición El siglo XIX en el Prado (comisariada por José Luis Díez y Javier Barón), su catálogo y las salas dedicadas en exclusiva a la pintura del siglo XIX. Pero si algo ha venido a cerrar el proyecto de manera definitiva (o casi definitiva) es esta obra.

En ella, a través de sus 700 páginas y con sus más de 2.500 registros, podemos conocer la producción artística del tiempo entre Goya y Picasso, así como el devenir de estas obras a lo largo del tiempo (procedencia, exposiciones en las que participaron…). Además, por si fuera poco, cuenta con unos valiosísimos índices que nos aportan datos sobre la localización, donaciones y legados, referencias a diferentes inventarios, etc.

Por tanto, es una obra clave para la justa valoración del riquísimo arte español del siglo XIX, y un preciado instrumento para el estudio de estas obras en relación con los coleccionistas, las exposiciones, los espacios de exposición, etc… De ahí que dijera anteriormente que el proyecto está “casi definitivamente terminado” pues, ahora toca utilizar los datos recabados en futuras investigaciones.

Esperamos consultar pronto la obra en la biblioteca, si antes no ha roto el estante pues, como dato, la obra pesa 3,9 kilos. Para que luego se diga que “el saber no ocupa lugar”.

Sara Bastante Valero

martes, 22 de septiembre de 2015

Europa, 2015: dejar a los salvajes detrás del Muro

[Advertencia: este artículo contiene spoilers de la saga literaria Canción de hielo y fuego y su trasunto fílmico Juego de Tronos]

Poniente, año 300 tras el desembarco de Aegon: Cuando Jon Nieve es nombrado Lord Comandante de la Guardia de la Noche es consciente de la magnitud del problema que tiene que enfrentar. Ha visto a los Caminantes Blancos (seres sobrenaturales que quieren acabar con la humanidad) y ha luchado contra los zombies, los cuerpos muertos de los salvajes que los Caminantes utilizan como carne de cañón. Para evitar que el número de estos últimos aumente, y con el fin de dar más oportunidades de supervivencia a los Siete Reinos, lord Nieve toma una medida drástica: evacuar a todos los salvajes de Más-allá-del-Muro y ponerles bajo su protección. Sin embargo, se enfrenta a la incomprensión de sus hombres, que piensan que ha traicionado los valores de la Guardia y se ha rendido a su enemigo de siglos. Como resultado, sus propios hombres le apuñalan. Aún no se ha desvelado, ni en la serie ni en los libros, si sobrevive. 

Unión Europea, agosto del año 2015 después de Cristo: huyendo del terrorismo que asola su país, miles de sirios, afganos y eritreos llegan a la frontera de Serbia con Hungría, tratando de alcanzar Centroeuropa y los países bálticos en busca de una vida mejor. El gobierno húngaro de Viktor Orbán, para intentar que no lleguen a su país, construye una vaya de alambre de espinos. El ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, avisa del “efecto llamada” que podría producir el rescatar a los refugiados que mueren en el Mediterráneo. 71 personas de nacionalidad siria (se cree) son encontradas muertas en Austria tras quedarse sin oxígeno después de tres días abandonados en el interior de un camión. 

Se dice que la realidad supera a la ficción. Lo que realmente ocurre es que frecuentemente esta no es sino una forma alegórica de enfrentarnos a aquella, de modo que la ficción acaba reflejando nuestros conflictos como sociedad. De este modo, creo que puedo hacer patente el paralelismo que he intuido entre la actual situación europea y el conflicto esbozado por George R.R. Martin en su obra: los Siete Reinos son la Unión Europea, los salvajes los solicitantes de asilo de Oriente Medio y África, y la Guardia de la Noche los gobiernos y autoridades europeas. Queda por decidir quiénes son los Caminantes Blancos: ¿el Daesh (mal denominado por la prensa occidental como Estado Islámico)? ¿Los talibanes? ¿Las fuerzas de Al Asad? Todos ellos. En esta parábola los Caminantes Blancos son todas aquellas fuerzas que quieren acabar con la visión humanista y liberal de la Humanidad, paradigmáticamente expresada en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que en su artículo 14.1. declara: «en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país». Devolver a los solicitantes de asilo a su lugar de origen es entregarles de nuevo a los Caminantes Blancos, que tarde o temprano los utilizarán para atacar la libertad de la que disfrutamos en Europa. Si no queremos que los hoy niños “salvajes” se conviertan mañana en zombies de los Caminantes Blancos deben traspasar el Muro. Debemos actuar como el Lord Comandante y ser generosos para con nuestros semejantes, y no tener miedo de ellos, como los hombres de la Guardia de la Noche. Europa debe decidir si Jon Nieve vive o muere.

José Corrales Díaz-Pavón

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